SOCIALISTAS DE IZQUIERDA, SOCIALISTAS COMO ALLENDE


NUESTRA PASIÓN, EL SOCIALISMO

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Nuestra pasión, el

SOCIALISMO.

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LISTA

Mesa de Izquierda,

Socialistas como Allende.

Elecciones internas 2008.

http://www.socialistasdeizquierda.tk

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… somos la fuerza de las ideas y de los valores socialista que luchamos para desterrar el modelo heredado de la dictadura que, junto con condenar a Chile a una transición interminable y antidemocrática, defiende una economía de la privatización, de la depredación y de la desigualdad, y justifica un sistema político oligárquico y autoritario, fundado en la exclusión social y política.

Necesitamos que el partido socialista recupere su condición democrática de partido de izquierda y de trabajadores, sume a la reconstrucción de la fuerza social y electoral del pueblo, termine las alianzas de gobierno pro-empresariales y encabece la convocatoria a una asamblea constituyente y una nueva constitución.

somos razón socialista, parte de la herencia política y moral del Presidente Allende, encarnamos un proyecto de sociedad socialista, diversa, participativa, incluyente, solidaria, subversiva en la innovación, revolucionaria en el sentido y carácter de la transformación histórica, donde nuevas ciudadanías superarán dialécticamente las diferencias de clase, esta es nuestra

pasión por el

socialismo.

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PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE.

Mesa de Izquierda,

Socialistas como Allende.

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Nuestra fuerza

radica en

nuestros principios.

Comité Central Nacional

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LISTA

Mesa de Izquierda,

Socialistas como Allende.

http://www.socialistasdeizquierda.tk.

SUB PACTO

▬ B 32.- Carlos Moya Ureta

▬ B 33.- Sergio Salazar Soto

▬ B 34.- Patricia Herrera Escobar

▬ B 35.- Patricia García Mora

▬ B 36.- Gonzalo Taborga Molina

▬ B 37.- Lino Gualter Cajales

▬ B 38.- Nelson Viveros Lagos

▬ B 39.- Luis Madariaga Jerias

▬ B 40.- Mina Sepúlveda Espinoza

▬ B 41.- Raúl Palacios Auspont

▬ B 42.- Yolanda Yáñez Martínez

▬ B 43.- Cristián Mundaca Gómez

▬ B 44.- Vanesa Sanhueza Flores

▬ B 45.- Luis Ramírez Martínez

▬ B 46.- Yandira López Castellu

▬ B 47.- Jimmy González Olivares

▬ B 48.- Verónica Freire Kubota

▬ B 49.- Rodrigo Munizaga Molina

▬ B 50.- Ximena Barros Lauquén

▬ B 51.- Mary Lincoleo Rojas

▬ B 52.- Rosaura González Molina

▬ B 53.- Lautaro Videla Stefoni.

COMITÉ CENTRAL REGIÓN DE IQUIQUE:

Lista B. Por Más Socialismo para la Región.

▬ B 2.- FREDDY GUZMÁN JORQUERA.

COMITÉ CENTRAL REGIÓN DE ATACAMA

Lista D. Mesa de Izquierda, Socialistas Como Allende.

▬ D 6.- MANUEL VERDUGO CUBILLOS

▬ D 7.- MARÍA JOSÉ BARRIOS BARRIOS.

COMITÉ CENTRAL REGIÓN DE COQUIMBO:

Lista B. Mesa de Izquierda, Socialistas Como Allende.

▬ B 3.- MARCO ANTONIO PÁVEZ OLIVA.

▬ B 4.- MARTA MOLINA AGUILERA.

▬ B 5.- JORGE ESPINOSA ASTUDILLO.

COMITÉ CENTRAL REGIÓN DE VALPARAÍSO:

Lista A. Unitaria, Solidaria y Popular.

▬ A 1 FRANCISCO FUENTES NUÑEZ.

COMITÉ CENTRAL REGIÓN DEL BÍO BÍO:

Lista C. Mesa de Izquierda, Socialistas Como Allende.

C 12.GUILLERMO AMPUERO ALEGRÍA.

C 13.MARÍA GLORÍA FLORES PEÑAILLILLO.

C 14.MARGARITA LOBOS GUTIÉRREZ

COMITÉ CENTRAL REGIÓN DE LA ARAUCANÍA:

Lista A. Socialistas de la Araucanía.

A 1.-JOSÉ ANTONIO JEREZ BURGOS

COMITÉ CENTRAL REGIÓN DE LOS RÍOS:

Lista D. Mesa de Izquierda, Socialistas Como Allende.

D 4.LUIS DÍAZ BÓRQUEZ.

COMITÉ CENTRAL REGIÓN DE MAGALLANES:

Lista D. Mesa de Izquierda, Socialistas Como Allende.

D 4.JAIME AGUILAR CÁRDENAS.

COMITÉ CENTRAL REGIÓN DEL EXTERIOR:

Lista E Contra el Presente Vergonzante.

▬ E 5 DANILO ARAVENA ROSS

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COMITÉ CENTRAL REGIÓN METROPOLITANA:

Lista E, Mesa de Izquierda, Socialistas Como Allende.

SUB PACTO A

▬ E 65 Fernando Joignant Muñoz

▬ E 66 Juan Miranda Cordero

▬ E 67 Ricardo Klapp Santa Cruz

▬ E 68 Teresa Riveros Basualto

▬ E 69 Hugo Arce Alvarez

▬ E 70 Morelia Castillo Pérez

▬ E 71 Paulina Bello Bravo

▬ E 72 Alberto Gálvez Moena

▬ E 73 Marcela Morales Alvarado

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Comité Regional Metropolitano

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LISTA E

Mesa de Izquierda,

Socialistas como Allende.

31 Luis Casado Soto

32 Wilfredo Fuentes Pardo

33 Mónica Labarca Sanseloni

34 María Lazo Quezada

35 Daniel Lillo Urzua

36 Mylene Moreno Torres

37 Andrés Moya Labarca

38 Nelly an Martin Cifuentes

39 Víctor Varela Avaria

40 Orosman Elmes Macías

41 Francisco Rojas Ceballos


NUESTRO COMPROMISO MILITANTE.


“…Aquí estamos, los socialistas de siempre, unidos desde la base, de pie y movilizados con nuestros escasos recursos por todo Chile. No sólo para defender nuestros principios y valores, no sólo para cautelar el vínculo profundo de nuestra raíz en el pueblo trabajador y en los excluidos, no sólo para honrar la herencia de Allende y de nuestros mártires, también para proponer un país distinto, un sistema económico y social distinto, un régimen político y constitucional distintos, valores humanos y sociales distintos.


Opuesto a lo que constituye la herencia oprobiosa del pinochetismo neoliberal y neoconservador, que intenta defender, desde sus estructuras políticas, empresariales y sus sectas religiosas, una ideología única, una economía única, valores reaccionarios únicos.


Nosotros, por el contrario, seremos la base de la fuerza que construirá una patria para todos, con justicia social, democracia verdadera y solidaridad. No nos asusta el desafío, al contrario, nos enaltece. Nunca como hoy hay tantas razones para ser socialista y ser revolucionario.”.

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PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE.

Mesa de Izquierda,

Socialistas como Allende.

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Nuestra fuerza

Radica en

Nuestros principios.






PLATAFORMA POLÍTICA LISTA MESA DE IZQUIERDA – SOCIALISTAS COMO ALLENDE
abril 2, 2008, 11:51 pm
Filed under: General, LA FUERZA DE LAS IDEAS, MESA DE IZQUIERDA


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PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE.


PLATAFORMA POLÍTICA

LISTA

MESA DE IZQUIERDA –

SOCIALISTAS COMO ALLENDE



El año en que todos seremos Allendistas.


Los socialistas creemos firmemente que el año del Centenario del Natalicio del Presidente Allende es una gran oportunidad histórica para refundar la unidad y el proyecto político del pueblo allendista. No es una cuestión que se hará de un día para otro, es un proceso, con sus tiempos y ritmos, con sus complejidades históricas, pero que es la expresión de una voluntad histórica que pone al allendismo en el futuro y no como le quieren hacer aparecer algunos como un monumento en el pasado.

El pueblo allendista va muchísimo más allá de los límites encogidos en que se tiene al Partido Socialista. Y si se pudiera dibujar en un papel el porte que tendría esta constituyente democrática del pueblo allendista el papel tendría que ser muy grande porque ocuparía más de la mitad de la actual Concertación e iría mucho más allá de lo que hoy es el PODEMOS, mucho, mucho más allá todavía. No es una tarea fácil, por eso tiene dimensiones históricas, ¿pero cuando han sido fáciles las cosas a los socialistas?

Pero asumamos, autocrítica-mente, que el no haberlo hecho hasta ahora no es un problema que tengamos que atribuir a los no– socialistas. No hemos sido capaces, como generación, de haber instalado en la política chilena, de manera vigorosa, un proyecto político histórico de transformación democrática y de recuperación de derechos conculcados por la dictadura y no recuperados al modelo económico e institucional del pinochetismo.

Siempre apostamos, en estos años, que la recuperación democrático-social era posible desde la Concertación por significar una gran acumulación de fuerzas. Pero se demostró que no basta tener una fortaleza electoral si no se expresa voluntad de producir democracia, o se carece de valentía y coraje democrático. Y al igual que a esa víctima que la están asaltando pero que no cree que eso le esté pasando a ella, nosotros hemos querido creer que ha sido más por los “enclaves autoritarios” o por la obstrucción de la derecha que no hemos podido realizar la superación de la herencia económico institucional del pinochetismo más que por el abandono de la voluntad democrática o la asimilación digestiva al liberalismo a través de la participación en los directorios de sus empresas como parece ser, finalmente, la razón.

Surge así la oportunidad que en el año del Centenario del Natalicio el Partido Socialista esté a la cabeza de un proyecto de re construcción democrática de mayorías sociales y electorales que hagan posible el proyecto de transformación democrático popular, en justicia e igualdad social, orientada a producir desde las mayorías populares en Chile el camino al socialismo. El socialismo es más necesario que nunca, históricamente posible, vivo y fuerte en los procesos de cambio de América Latina, como la única respuesta posible, desde lo humano y desde lo participativo, a los desastres del neoliberalismo en la felicidad de los pueblos y en las catástrofes medio ambientales.

Proyectar la herencia política y moral del Presidente Allende.

Queremos subrayar a lo menos tres mandatos ético-políticos significativos que se proyectan del ejemplo y la memoria del Presidente Allende. Son los que mejor sirven los intereses de los socialistas y del pueblo allendista en el Chile de hoy:


La Unidad del Pueblo: El primer mandato de la herencia política y moral del Presidente Allende es construir y defender la unidad del pueblo. Trabajar infatigablemente por la unidad de las fuerzas sociales y sindicales, por la unidad de las corrientes culturales, de la producción de ideas y del arte, y la unidad de las organizaciones políticas que lo representan. Significa reconstruir las redes y movimientos sociales, tejer la patria de vínculos solidarios, privilegiar en todos los campos del quehacer popular la acción colectiva. Recuperar los espacios sociales en los pasajes y calles de nuestras poblaciones, los lugares públicos y las esquinas.

Debe existir conciencia clara que la unidad es uno de los más valiosos patrimonios en los que la izquierda puede basar su nueva historia. Los trabajadores deben ejercer en la política sus principios e intereses pero también su fuerza propia.


La defensa de los Intereses populares: La segunda herencia es recuperar el sentido ético y político de la participación histórica de la clase obrera y el pueblo en la política y la cultura y en la transformación del mundo. Estamos en política para servir los intereses de los pobres, los excluidos y del conjunto diverso de mujeres y hombres que disponen de su trabajo y de sus ideas como patrimonio de vida. Lejos estamos de una política que sirve intereses de los poderosos. Este es principio ético y político que debe impregnar nuestra acción de gobierno, nuestra acción parlamentaria, nuestro trabajo en las organizaciones sociales, nuestra vida pública y privada. No existe la defensa del interés nacional en abstracto pues el vector que sobredetermina la acción política de los socialistas no es neutral, es popular, es de clase, es del lado de los humildes y de los excluidos.

Estos intereses son los que se expresan, con sentido histórico, en un programa común como gran contenedor de las necesidades, intereses y aspiraciones libertarias y de justicia social del pueblo trabajador chileno, de los excluidos, de la diversidad cultural, social y étnica. Como todo programa, este también deberá ser una construcción histórica, actualizada, de acuerdo a nuestra propia identidad y de acuerdo a nuestra realidad chilena y latinoamericana, realidad diversa, plural, abierta a la participación.


El compromiso con la transformación democrática: El Allendismo asume como estrategia conducente a la transformación revolucionaria de la sociedad chilena la participación protagónica del propio pueblo como sujeto de su propia historia. Ello pasa por la construcción democrática de mayorías sociales y electorales, la lucha por una nueva institucionalidad democrática, que supere las ataduras de la herencia pinochetista, que respete el libre juego de ideas, donde la resolución de conflictos se ajuste a un derecho que respeta los principios de legalidad, legitimidad y justicia, que recupera los avances y logros de la historia democrática de Chile, de modo que sirva a la existencia y sustento de una patria para todos. Se trata de hacer posible el proyecto de transformación profunda, en justicia, democracia e igualdad social, que encarna nuestro partido, orientado a establecer en Chile y en América Latina la construcción del socialismo, como superación de la pobreza, la ignorancia , la explotación y las desigualdades que genera el capitalismo globalizado y el neoliberalismo.


La superación de la Concertación y una nueva gobernabilidad democrática.


Quedó claro en el Congreso partidario que acaba de terminar y es que la actual Concertación carece de sentido, de sentido democrático.

Unánimemente los documentos congresales hablaron que la Concertación agotó su programa original de redemocratización. Nosotros queremos pensar que más que agotarse terminó por abandonarlo.

Esa es la verdad. Se abandonó la misión que el pueblo nos encomendara, sacar a Chile de la dictadura en todos los sentidos, e instalarlo en una democracia verdadera como fundamento de una República decente.

En consecuencia, es una opinión a la vez compartida y generalizada que la Concertación perdió el sentido y el rumbo, perdió su carácter de alianza de mayoría para la transformación democrática de Chile. Ahora, la Concertación semeja una especie de gran Arca de Noé cuya función no es otra que transportar funcionarios de un Gobierno a otro. Son siempre los mismos y se preparan para pasar al próximo.

Tenemos la convicción que quienes terminaron por sustraer la esencia democrática de la misión de la Concertación han sido los sostenedores contumaces del decadente pacto de gobernabilidad hecho con militares y el civilismo pos-pinochetista al inicio de la transición y defendido durante estos 17 años. De este modo, ha parecido más fácil construir fórmulas para co-gobernar con la derecha, aceptar todos y cada uno de los dogmas del fundamentalismo económico neoliberal y del Fondo Monetario Internacional, adaptándose a sus exigencias y formatos, que han terminado por privatizar no solo los servicios esenciales de la población y buena parte de los recursos naturales de Chile, también una parte sustantiva del carácter social del Estado, de la soberanía política de los gobiernos y de su rol en la protección de los intereses de todos, en especial de los que menos tienen.

Era esperable que en lugar de ser buenos administradores del modelo neoliberal y autoritario hubiéramos conseguido convocar a la mayoría del pueblo chileno a tirarlo al basurero de la historia.

Ante este vacío de sentido democrático y abandono programático, la estrategia de las tendencias liberales se reduce a sustituir la vocación democrática en la Concertación por una aparentemente nueva actitud misionera en la cruzada por humanizar de este capitalismo salvaje, disminuir sus funestas consecuencias en los más pobres y en los endeudados. Perfeccionar el modelo, para que sirva mejor a sí mismo y a sus propósitos, es presentado como si ello fuera una desarticulación del mismo, o, al contrario transformarlo en una misión Bicentenario, la misión de una nación autónoma en la globalización con su “vía chilena al desarrollo”.


De este mismo espíritu misionero se desprenden, entonces, algunas de las llamadas tareas del país social. Nunca se deja de mencionar aquello que el modelo no cubre, los déficits en distribución, equidad, seguridad, salud, educación, vivienda, protección social y laboral, etc., y es cierto, en el discurso liberal, estas son las razones por las que hay que mejorar el modelo. Es una especie de anestesia que distrae de lo fundamental, su crítica, su intervención y su reemplazo. Ese espíritu misionero, ese propósito superior es transferido y apropiación por las agendas sociales. Sin embargo no hay sorpresa cuando, año a año, las brechas aumentan, porque no es posible en el marco de un sistema neoliberal otra cosa que políticas sociales remediativas. Sabemos que sin reformas estructurales no se podrán implementar políticas sociales que sustenten cambios que garanticen derechos y que, además, garanticen la estabilidad de estos cambios en el tiempo contribuyendo al mejoramiento permanente de las condiciones vida, protección y trabajo del pueblo chileno. Ejemplos emblemáticos han sido, entre muchos, el Plan de las 900 escuelas, el Programa de superación de la pobreza, o los programas FOSIS que, en su momento, de ser planes de gran impacto social en los actores y segmentos beneficiados no han podido evitar que sus efectos y beneficios hayan desaparecido casi totalmente en el tiempo, precisamente, como consecuencia de otros efectos del modelo neoliberal. Y este resultado, en lugar de conseguir adhesión popular al esfuerzo en “inversión social” produce desencanto en la gente y su desafección de la Concertación. No de otra manera se explica la migración constante de desencantados al clientelismo electoral de la UDI.

En este contexto, cada día pesa más a los socialista nuestra alianza con la Democracia Cristiana, con quienes, desprovistos de ese karma democrático inicial, nos separan cada vez más cosas, algunas de ellas antagónicas, como su entusiasta adhesión a las políticas imperialistas en América Latina.

Hemos tenido que subvencionar a la DC en parlamentarios, gobiernos municipales y gestión de empresas y servicios del Estado. Es una alianza que no se sustenta en una rica convergencia de principios humanistas como era esperable en una convergencia entre socialistas y socialcristianos. Es una alianza por conveniencia, oxidada, deteriorada, que ha evolucionado hacia un pragmatismo electoral y funcionario, que tampoco nos alcanza electoralmente, puesto que los últimos dos Presidentes han sido electos con los votos de la izquierda extraparlamentaria. Una alianza que no se preocupa de democratizar Chile, que no comparte una misma visión latinoamericanista y que sirve a propósitos e intereses políticos internacionales antagónicos a los principios e intereses de los socialistas.

La revisión de la Concertación como una alianza que sirva a la transformación democrática de Chile debe reflexionar, también, respecto del carácter y naturaleza del futuro de las relaciones político-electorales entre el Partido Socialista y la Democracia Cristiana.



El Partido Socialista en la crisis de la Concertación.


En medio de esta democracia en la medida de lo posible, el predominio de hegemonías de Derecha en políticas de Gobierno, ha terminado por llevar al Partido a hegemonías de Derecha en sus tendencias de dirección.

De ahí no es de extrañar que esté en la lógica del discurso de dirigentes del Partido una idea que en el Gobierno de Lagos se repitió a lo menos en cinco oportunidades diferentes: el fin de la Transición y por haber completado las tareas de la democratización. Solo que la realidad histórica, una y otra vez, se encargó de desmentirlo.

Hoy se proclama la pos-transición como si proclamar bastará para que por un pase de magia política apareciéramos viviendo de un día para otro en una verdadera democracia. Es la pirotecnia de los asesores comunicacionales de la Moneda, donde algunos de sus creativos viajan desde Estados Unidos.

Es cierto, no vivimos en una dictadura, ¡no por Dios!, pero tampoco vivimos en una Democracia, al menos no la democracia que creemos legítima y republicana. Vivimos en una especie de latencia que no es ni dictadura ni es democracia, una majadería política en la cual después de 17 años de la salida de Pinochet nos obliga a seguir escuchando todos los días, como una penitencia, a la misma docena de dirigentes juveniles del pinochetismo ahora convertidos en parlamentarios de la democracia del binominal.

En medio de un gobierno en el que predominan familias de decisiones de Derecha, tanto en el Gobierno económico, como en el Gobierno de las relaciones exteriores o en el Gobierno de las relaciones institucionales, las políticas sociales pueden llegar a ser como un barquito de papel.

Ha sucedido con el naufragio de muchas y contundentes iniciativas sociales y populares que han debido ser retiradas o congeladas. Sirva para ilustrar lo anterior lo sucedido con la iniciativa de política educacional reciente. Hubo una correcta y valiente voluntad presidencial de sustentar cambios profundos en la institucionalidad educativa como una exigencia moral para enfrentar, de una vez por todas, la desigualdad pedagógica entre hijos de distintos estratos sociales, estuvo la decisión de apoyarse en el consenso de los actores educativos, ¿para terminar cómo? Discutiendo entre las paredes del Instituto de Libertad y Desarrollo, un acuerdo que representa la voluntad y los intereses de los empresarios de la educación, tanto privados como eclesiásticos.

¿Qué rol juega el Partido Socialista y su influencia en los actores educativos para reponer la voluntad presidencial?

El sesgo reformador en el Gobierno ha debido batirse en retirada o ha sido anulado por la reacción pro liberal del propio gobierno. La paradoja es que han contribuido a este desbaratamiento personeros liberales adscritos a nuestro mismo partido. No se trata de los socialistas que se esfuerzan día a día por acompañar el tranco a la Presidenta, son otros, son aquellos que creen estar en el Gobierno “…para ayudar a la Presidenta a llegar a la otra orilla”.

De este modo, y aceptando lo que significa el peso de la autocrítica, institucionalmente, hemos pasado a ser algo así como el brazo izquierdo de los liberales. Este triste resultado de la relación del Partido con el Gobierno abre la discusión respecto de su carácter y naturaleza manteniendo y respetando el consenso histórico de lealtad a la Presidenta y a su programa de Gobierno.

Durante el Gobierno de Lagos sostuvimos, y la historia actual nos ha dado la razón, que no se puede confundir partido y gobierno. Que no se puede confundir tampoco la capacidad de los partidos de construir juicio crítico de la realidad con el apoyo a un Gobierno.

Los partidos son entes vivos, asociaciones colectivas que se implican por compromiso y sensibilidad social. No se puede castrar la capacidad crítica de un partido cualquiera sean las circunstancias históricas, y ese es un principio democrático fundamental. Mucho más alta es aún nuestra responsabilidad toda vez que las ideas liberales ganan terreno en la dirección del partido. Los partidos somos el cable a tierra de los gobiernos, sensibilidad popular, correa transportadora de intereses, necesidades y también de frustraciones de la gente con el Gobierno. Por lo mismo debieran constituir la principal arma político social que vincule Gobierno y ciudadanía.

Por lo mismo, la autoridad política debiera valorar en la práctica la autonomía de los partidos y agradecer la oportunidad que estos puedan entregar visiones comprometidas que no son posibles de percibir desde palacio.

Pero, lo que no puede aceptarse es el uso de las directivas de los partidos como prótesis que prolongan el voluntarismo de las decisiones gubernativas, o reducirlas a meras instancias destinadas a imponer con golpes de tipo funcionario adhesiones que violentan la ética o los principios de los partidos.

Si los Gobiernos insisten que están por sobre los partidos, deben aceptar el principio que los partidos trascendemos a los Gobiernos. En consecuencia, el rol que deben asumir los partidos es el ser garantes de la crítica y también de la propuesta.

El Gobierno no tiene ningún derecho a intervenir ni la voluntad de los partidos ni la voluntad de los parlamentarios ni la voluntad de los dirigentes sociales. Influye con el peso de sus ideas, con el fundamento y razón de sus decisiones, pero los gobiernos democráticos no dan cuadrillazos. Si el Gobierno asume decisiones que se fundan de manera racional, ellas deben ser capaces de sostenerse solas frente al pueblo, frente a la legislatura, frente a los movimientos sociales. Si no es así, significa que no se gobierna cuidando sus intereses.

Baste recordar lo bochornoso del cuadrillazo con Ministro, telefonazo desde la Moneda, en la Comisión Política del PS para hacer que por razones de Estado se aceptara el acuerdo educacional empresarial con la derecha, cuya firma, al día siguiente desató el triunfalismo y las lágrimas respecto a la nueva etapa de los pactos sociales. Duro desengaño 24 hrs, después cuando la propia derecha dio un portazo al acuerdo con el Gobierno. o cuando algunos días después, el Presidente de Renovación Nacional en la Junta Nacional de su partido se burlaba del Gobierno por la manera como habían conseguido imponer un acuerdo educacional que recogía todas sus aspiraciones y habían obligado al Gobierno a retroceder y modificar las suyas. ¿Cómo quedó la imagen de la Presidenta ante los actores educacionales que habían configurado otro sentido y otra direccionalidad a esa iniciativa? Sobre todo cuando el principal operador de ese acuerdo con la derecha era un propio miembro de su Gabinete.

El problema de fondo, y que no podemos obviar en la discusión del Congreso y que es lo que humilla y avergüenza a los socialistas es que un Gobierno, predominantemente, al servicio de las lógicas liberales y de los empresarios termine por transformar al Partido Socialista en un instrumento contra los trabajadores, o, en la mejor de las hipótesis, en un peligro para los intereses de los trabajadores.


La Transición política chilena ha sufrido varias tragedias de las cuales los socialistas tenemos distintos grados de responsabilidad colectiva. Por ello, debiera estar entre las prioridades de una nueva conducción partidaria contribuir a corregir y a recuperarlas democráticamente. La primera, es la derechización de la conducción del PS y la aceptación en sus filas de personeros cooptados desde los directorios empresariales. Enseguida, la deslegitimación de los movimientos sociales alternativos y la ampliación y fortalecimiento de la represión policial a los movimientos sociales. Tercero, el desarme de los medios de comunicación alternativos e independientes. Cuarto, el no reconocimiento de un estatus de autonomía a las Comunidades indígenas y al contrario, contribuir a su deterioro político y moral. En lugar de contribuir a preparar los liderazgos para un futuro gobierno autónomo de las comunidades originarias, se deslegitima y reprime las generaciones de relevo.


Finalmente, consideramos que uno de los errores destacados de la gestión política de este, nuestro gobierno, ha sido la exclusión total de la izquierda, de sus profesionales y de las ideas del socialismo de izquierda. Se ha renunciado a matices, a competencias políticas y profesionales, a buscar equilibrios en las tendencias y enfoques que puedan desarrollarse fuera de la lógica liberal, tanto en la concepción de políticas públicas como en el uso de metodologías de trabajo alternativas. Con ello se ha excluido a especialistas, de ideas socialistas, que podrían haber contribuido a anticipar crisis y diversificar enfoques en gestión política, en gestión social y en materias sectoriales. En la lucha interna de los grupos de poder partidario los operadores de las tendencias de derecha difunden entre los militantes de los Comunales la idea que la exclusión de la izquierda del partido se interpreta como un castigo por pensar como socialistas. Si así fuera, ¡qué honor!

Incluso la crítica de izquierda en el gobierno en materias laborales al pequeño Zar de Hacienda no es capaz de intervenir y modificar el curso principal de la matriz económica financiera. Ayuda a la imagen de un gobierno con dos almas pero que en la práctica sigue siendo de un solo corazón. ¿Quién le pone el cascabel al grupo que se autodenomina Expansiva y cuyo fin en el gobierno es mantener el barco encallado en el puerto de los empresarios? Se puede decirnos que es una opción no ponerles ningún cascabel, bien, que así sea, eso es posible, pero entonces cabe preguntarse ¿qué hacemos en el Gobierno?, o ¿qué hacemos con el Gobierno?

Estamos frente a una fuerza hegemónica en el vértice de la Concertación que proyecta, desde el Gobierno anterior al actual, el estandarte de un continuismo que defiende la inmutabilidad del cambio democrático. Es el “Laguismo”. Representa una misma casta de funcionarios superiores del Gobierno anterior que han tenido éxito en dejar o en volver a funciones y cargos importantes a sus integrantes. Es la “puerta giratoria” o la “repetición del plato”. Mucho Laguismo, poco Bacheletismo. Con ello se ha obstaculizado la nitidez de un signo propio y una identidad propia en el gobierno, y es, probablemente, la causa del desgaste acelerado de popularidad en las encuestas. El continuismo es una inercia política muy poderosa en la Concertación de estos días. Las razones parecen evidentes cuando estallan los escándalos de corrupción o se transfieren responsabilidades políticas como es en el caso del Transantiago. Por supuesto, sería demasiado simple creer que se trata de una maniobra apache. La continuidad institucional y económica se sustenta en el concubinato de un cierto tipo de política y el mundo de los negocios. No es nuevo. Sucedió también con la cooptación de los Generales a los Directorios o a la propiedad de las Empresas durante la Dictadura.

Esa fuerza fáctica, de amplio espectro, fue incapaz de desatascar la Concertación hacia la vía de los cambios institucionales y sociales necesarios. Esa fue la razón de la necesidad de un nuevo liderazgo, con capacidad de reinventar la esperanza de cambio. Eso la Presidenta lo hizo en la calle, diciéndole a cada chileno que era necesario seguir creyendo. Era su palabra de mujer. Sin la Presidenta no hubiera habido más Concertación. Pero ella no es suficiente para mantenerla viva. El Laguismo no solo sumió la Concertación en una profunda crisis, la exportó al actual gobierno. Los verdaderos responsables del fin de la Concertación son quienes de manera contumaz no han cesado de travestir las políticas originalmente democráticas de la Concertación en políticas neoliberales. Y si no cesa la usura del poder de los mismos grupos que hacen de la reproducción del statu quo un oficio la crisis de la Concertación será terminal.

El continuismo no solo es una amenaza a la continuidad de la Concertación, es una amenaza al futuro estratégico del Partido Socialista y de su proyecto democrático de trabajadores.

Durante los recientes años hemos debido combatir los esfuerzos del laguismo por hacer desaparecer el Partido Socialista a través de la fusión con el PPD y el PR, como una fantasía autoritaria de dotarse de un Partido Popular Progresista que administrara el futuro político electoral de ese grupo. Hoy el peligro se cierne en alinear la dirección de la política socialista a la direccionalidad de la política neoliberal del Gobierno


La crisis de la concertación y del Gobierno abre camino a un nuevo futuro de gobernabilidad democrática de amplia base popular. Ello es parte y requisito de un proceso orientado a volver a los principios originales de lealtad al cambio democrático y a la justicia. Se trata de vincular de una manera inequívoca el programa de Gobierno con los intereses de la democracia plena, con una nueva Constitución, con nuevo sistema electoral, con una orientación económica que sirva al mundo del trabajo, a los pequeños y medianos empresarios, que imponga royalty a la Minería, que recupere el patrimonio privatizado, en especial los servicios básicos y las carreteras, que frene la especulación, la usura y el control por endeudamiento de la población, que vincule Chile al carro de la integración latinoamericana, en fin, que se afane en no permitir impunidades ni amnistía, desigualdades ni pobreza.


En ese contexto es un momento propicio para privilegiar la convergencia de una mayoría de militantes que recupere la conducción partidaria para hacer política de izquierda.

Un Partido Socialista que inspire y conduzca alianzas cada vez más amplias hacia el mundo popular, que permitan intervenir y superar, en su especificidad, el modelo capitalista del pos-pinochetismo, así como sus instituciones y privilegios transferidos e impuestos como condiciones de vida y de ciudadanía económica y social a todos los chilenos.

Por una nueva gobernabilidad democrática: hacia un Programa Democrático de Izquierda.

La crisis obliga a resignificar el sentido de una nueva gobernabilidad democrática.

Un proyecto de nueva gobernabilidad convoca a un innovador protagonismo de los intereses populares y de izquierda en la tarea democrática futura.

Una nueva gobernabilidad democrática debe ser amplia, plural, diversa en cuanto está destinada a representar una plataforma democrática de amplia base social con la misión de conducir al país a la construcción de una República decente. La nueva gobernabilidad es un proyecto que piensa el Chile de las próximas décadas y que lleva en esa perspectiva las tareas inconclusas de la transición a la democracia pero que no se agota en ellas. El fin de la transición supone caminar las alamedas de un proyecto de unidad nacional, bajo la égida de una democracia auténtica en los valores y las acciones de la restitución, la verdad, la justicia, y la reparación. También supone superar las herencias políticas e institucionales y transformar con sentido social la economía neoliberal que reproduce las desigualdades, alimenta la exclusión y la marginalidad y favorece la concentración oligopólica de la economía. Ello como un primer paso, necesario, pero apenas necesario en la perspectiva mayor de hacer de Chile un país con una economía solidaria, una democracia participativa, donde los recursos naturales, sociales, culturales y tecnológicos están al serviciodel país y de su población como sustento a las condiciones de vida muy por encima de los niveles de precariedad actual.

El primer paso hacia la convergencia democrática debe ser la convocatoria a una ASAMBLEA CONSTITUYENTE que genere desde la base y de manera democrática una nueva Constitución Política del Estado, que dote al país de un nuevo marco institucional, que asegure nuevos derechos y garantías, que haga al pueblo protagonista de su destino.

Debemos transformar la profunda crisis de la Concertación en una oportunidad de unidad y movilización democrática.

Las tareas pendientes para la nueva dirección partidaria giran en torno a:

Definir los ejes programáticos del PSCh y las condiciones políticas necesarias para superar la crisis de la Concertación y refundar un nuevo proyecto de gobernabilidad democrática.

Un PROGRAMA DEMOCRÁTICO DE IZQUIERDA como programa de gobierno de la nueva alternativa presidencial, que represente esta nueva gobernabilidad, cuyo fin es servir los intereses de unir una mayoría para el cambio.

Reponer el debate en torno al proyecto país; sabemos que no es el proyecto neoliberal autoritario y dependiente del presente, sabemos que no es la propuesta de administración del modelo tampoco.

Finalmente, la democratización del partido y su recuperación orgánica, política y social. El desarrollo de proyectos de formación y educación política, fortalecimiento de los vínculos con los movimientos sociales, de la diversidad sociocultural, sindicales, juveniles, campesinos, indígenas y vecinales.


Los socialistas en el proyecto de gobernabilidad democrática

Nuestro rol como socialistas, en el proyecto de nueva gobernabilidad democrática, es contribuir a ampliar las fronteras de la izquierda más allá de la propia izquierda. Hay una izquierda que es más que la propia izquierda chilena organizada e institucionalizada. Es la masa desencantada pero lo suficientemente lúcida como para percibir que un proyecto de abandono democrático como el que encarnamos hoy como Concertación no la representa, no la calienta; que una política sin sentido histórico, vaciada en sus valores de recuperación democrática no las convoca. El pragmatismo, el acomodo o la renuncia a la identidad política de importantes personeros públicos ayer de izquierda hoy de derecha por interés, los asquea. La consecuencia y la transparencia moral del ejemplo de Salvador Allende o el Che sí los convoca. La lucha de masas y el avance al socialismo en América Latina los entusiasma. Su incorporación a la acción colectiva y a la construcción de un proyecto común de país no depende de la derecha sino de nuestra capacidad, por una parte de reinstalar militancia y proyecto con principios y, por otra, por la capacidad de vincular sus intereses particulares en sus contextos sociales con los intereses políticos e históricos de la transformación social.

Un Programa Democrático de Izquierda debe contener las demandas históricas fundadas que ellas deben orientarse a asumir todo lo necesario para asegurar derechos y acceso a la nutrición adecuada y permanente, a la salud y medicamentos, a la educación y la formación, la vivienda, el empleo, la seguridad social y la recreación, de todos los chilenos, de todas las edades según corresponda, y a lo largo de toda la vida.

El Programa Democrático de Izquierda deberá también consagrarse a instalar históricamente el derecho a la ciudadanía de cada cual en el mundo del conocimiento asegurando la formación y el acompañamiento para la vida y para el trabajo. Aspirar a ejercer como sujeto tanto en la producción histórica de diversidad cultural como actor y ciudadano en la construcción de mundo y en la relación solidaria con el otro.

El Programa Democrático de Izquierda debe abrir cauces a la participación permanente y protagónica como un valor que supone, antes que nada, compromiso con el otro, que lo considero mi igual en valores, derechos y obligaciones, en una convivencia democrática y solidaria. Significa la obra colectiva que funda y defiende una democracia política y social plena, en un mundo de derechos y libertades compartidas.

El Programa Democrático de Izquierda debe consagrar una parte importante de su propuesta a la recuperación y protección del patrimonio nacional, nacionalizar sus recursos, poner su producto al servicio del pueblo, reordenar la inversión extranjera en función de los intereses nacionales protegiendo solo a quienes estén dispuestos a respetar los derechos patrimoniales de los chilenos. Disponer nuestros recursos a un sistema de comercio justo

El Programa Democrático de Izquierda debe proponer un proyecto de país que no reniega de su identidad latinoamericana, y que en lugar de intentar ser un portaviones del comercio de bucaneros asume ser, por voluntad soberana de nuestro pueblo, pasajero del gran proceso latinoamericano del siglo XXI de integración bolivariana de los pueblos.

En consecuencia, debemos ser proactivos en la defensa del derecho internacional, a la autodeterminación y libertad de los pueblos, a la autonomía de los organismos multilaterales, a los tratados internacionales de control nuclear, medioambiental, al juicio universal a los crímenes y criminales de guerra, solidarios con los pueblos y movimientos sociales que luchan en contra del colonialismo, por su independencia y autodeterminación. Contrarios a los fundamentalismos de todo género y a las dictaduras de todo orden.

El Programa Democrático de Izquierda debe sustentar la transformación económica social a partir de la generación y convergencia de movimientos políticos y sociales, corrientes culturales que generen redes sociales, mayorías populares y convergencias democráticas, con libertades públicas, producción cultural, justicia social, igualdad y solidaridad, en el marco de una democracia participativa y una economía social solidaria.

Este es el componente de la lucha de ideas que corresponde llevar adelante para desafiar y confrontar la ideología neoliberal del continuismo, que en el Chile actual justifica o defiende una economía de la depredación y la acumulación, economía que necesita y sostiene una sociedad de la exclusión y la desigualdad, y una cultura política de oligárquicas y tecnócratas porque en ella se alimentan sus contravalores.


VOLVER A LA RAZÓN DE SER DE LOS SOCIALISTAS CHILENOS.


Tenemos que volver a la razón de ser de los socialistas. A los principios y valores históricos que nos hacen ser herederos legítimos de Salvador Allende. Nuestra historia es una historia heroica y no está allí para venderla al mejor postor liberal. Somos lo que somos, marxistas críticos, defensores de su carácter de partido de izquierda, popular, autónomo, democrático, latino-americanista y revolucionario. Nuestro sentido en la política es representar y defender los intereses populares desde la izquierda. Somos socialismo, somos pueblo y somos izquierdas.

Nuestro partido encarna en su historia un proyecto de transformación de la sociedad, la cultura y la economía en Chile. Y nosotros nos sentimos orgullosos de representarlo. Esa sigue siendo la razón más importante y significativa de la vigencia del Partido Socialista y de lo que hoy denominamos su política allendista: proyecto popular, unidad del pueblo, democracia social participativa y protagónica. Es nuestra visión de la transformación socialista del mundo y del rol de la militancia socialista en la política lo que choca con las ideas liberales y con las personas o los grupos que les encarnan.


Se ha profundizado la crisis política y orgánica en el seno del Partido producto de estas contradicciones políticas y doctrinarias tan de fondo. Esta crisis de carácter político se intensifica por el uso de un estilo de dirección excluyente, que desprecia el juego democrático de tendencias y corrientes de ideas, e impone hegemonías en cargos y funciones en relación a la percepción de incondicionalidad que se tenga de los militantes. Prima más el sentido de control que el espíritu democrático y fraternal. Los militantes se sienten despreciados por sus actuales dirigentes. Ello no es ni el estilo ni el tipo de conducción política al que estamos acostumbrados los socialistas. Consecuencia de ello la democracia interna es mínima o inexistente.

El primer requisito de recomposición política y moral del Partido es la recuperación de la democracia interna. Un partido es democrático cuando dispone de una institucionalidad que garantiza los derechos de quienes son temporalmente minorías, cuando su institucionalidad permite condiciones para que las minorías puedan ser mayorías. Donde existe la cultura del respeto a la norma interna y que esta no depende del menú que interesa a quien ejerce control temporal de los cargos o instancias internas.

La democracia interna debe garantizar una institucionalidad sana y transparente, favorecer que las decisiones políticas de todo tipo sean adoptadas en las instancias que corresponde, de manera participativa e inclusiva, que ellas sean fruto de la discusión desde la base, eludiendo las negociaciones de cúpulas de lotes al margen de la institucionalidad partidaria.


La democracia partidaria se juega en la base, de allí la obligación de volver a los núcleos y favorecer el fortalecimiento de las instancias seccionales y comunales. Allí se deben concentrar los recursos, los bienes partidarios, los esfuerzos de formación política y el inicio de cualquier proceso de definición política o de generación de mandatarios y dirigentes. Ese principio servirá, también, una forma de impedir que quienes sean candidatos a cualquier instancia simulen u oculten su identidad socialista en las campañas electorales, pero que si se sirvan del partido, de sus recursos, de su orgánica y de su prestigio para que una vez electos no estén dispuestos a rendirle cuentas o ponerse a disposición de las instancias regulares, muy por el contrario, llegar incluso a desconocerlas y/o a manipularlas. Resulta ser una inmoralidad que los mismos parlamentarios hayan utilizado a la mayoría de delegados funcionarios del reciente Congreso para eludir la exigencia moral, política y orgánica de querer perpetuarse en los cargos senatoriales y otros casi por 28 años. Que inmoralidad! Esa es la verdadera corrupción, la que debilita la ética y la oculta en disposiciones burocráticas.


La falta de democracia interna y evaluación partidaria de la base a las direcciones superiores es la causa que en el seno del partido coexistan dos proyectos y dos culturas de militancia.

El partido de militantes versus el partido de funcionarios. Son dos concepciones de militancia. Nosotros, por formación apreciamos la institucionalidad del partido, respetamos la democracia interna, tenemos vocación de trabajo en la base.


Los que ya no aprecian las ideas socialistas y aprecian más las ideas liberales desprecian el partido y su base. Se rodean de operadores que dedican a comprar militantes, que abusa de las necesidades personales y familiares de los militantes pobres y transforma sus necesidades en pasto del clientelismo, en consecuencia, más que contribuir a levantar el estado moral de la nueva militancia o los nuevos inscritos o nuevas fichas, dedican sus esfuerzos a crear contraejemplos de militancia socialista, a infundir contravalores, a legitimar una anti-mística socialista y justificar una disposición a las pegas, a las expectativas de cargos o a la prebenda. Eluden la democracia interna. Privilegian formas de funcionamiento orgánico basadas en fichar a clientes más que militantes, y acarrearlos para las elecciones internas y los eventos. Son éstas prácticas las que vacían de ética y decencia la política de los socialistas, contribuyen al desprestigio del partido y a la pérdida de confianza entre los trabajadores y el pueblo.


Necesitamos democratizar el partido, tanto como volver al partido de las ideas.

El partido debe volver a ser un partido de militantes, un partido en el que cada socialista lo sienta su hogar, se sienta parte de una casa común donde puede llegar, ser acogido y escuchado. Necesitamos renovar nuestro compromiso de lealtad a los principios y a los valores históricos del socialismo chileno, requiere de voluntad unitaria, generosidad unitaria, recuperar el temple del compromiso revolucionario de los socialistas. Requerimos de un gran consenso por la base, para seguir avanzando en proyectar la herencia política y moral del Presidente Allende y honrar la memoria de nuestros mártires. Llamamos a sumar esfuerzos, desde la base, en todo el país, de manera participativa y protagónica, en el respeto a la democracia partidaria de los socialistas chilenos, sin afanes caudillistas.


En el año del centenario del natalicio del Presidente Allende llamamos a transformar las Elecciones internas de Abril del 2008 en la oportunidad de recuperar el Partido Socialista para la lucha por la democracia y el socialismo.



NUESTRA FUERZA RADICA

EN NUESTROS PRINCIPIOS.




MESA DE IZQUIERDA, SOCIALISTAS COMO ALLENDE
PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE.

Lista al Comité Central Nacional en las elecciones internas 2008.
MESA DE IZQUIERDA, SOCIALISTAS COMO ALLENDE.
«…el hombre del siglo XXI debe ser un hombre con una concepción distinta, con otra escala de valores, un hombre que no sea movido esencial y fundamentalmente por el dinero, un hombre que piense que existe para la fortuna una medida distinta, en la cual la inteligencia sea la gran fuerza creadora»
Salvador Allende
Redemocratizar el partido y recuperar su conducción socialista no son sino unas de las condiciones básicas para que el Partido Socialista recupere la forma de hacer política en coherencia con sus principios y valores éticos históricos y la herencia allendista. Estos son algunos de los planteamientos contenidos en la PLATAFORMA POLÍTICA que la Lista MESA DE IZQUIERDA, SOCIALISTAS COMO ALLENDE sustenta como propuesta de cambio y eje de discusión política y valórica, desde la base, para este periodo de reflexión y renovación de las directivas comunales, regionales y nacionales del Partido.
«Mientras la actual dirección insiste en despolitizar el partido, nosotros pretendemos ampliar y profundizar la discusión política, la reflexión crítica y la capacidad de proponer, de los militantes» declara Carlos Moya Ureta, ex -Vicepresidente del PS y uno de los dirigentes que encabeza la Lista mientras acompaña el proceso de inscripción de candidatos. «No necesitamos un partido de funcionarios sino de militantes, no queremos un partido de pegas, sino de ideas y de construcción de pensamiento crítico y propuestas«. Agrega Moya, » no sólo los socialistas, Chile necesita un partido que represente los intereses de los trabajadores en la política chilena y tememos que un Gobierno que pone el acento de su política económica al servicio de las lógicas empresariales termine por transformar al Partido Socialista en un instrumento contra los trabajadores. El Partido socialista tiene domicilio conocido en la izquierda y no podemos aceptar «los gustitos» de la actual dirección de promover safaris hacia la derecha»
Para Carlos Moya, la plataforma política de la Lista «…asume, claramente, el desafío de dotar al partido de un Programa Democrático de Izquierda, como sustento de nuevas mayorías sociales y electorales, cuya condición popular y de izquierda, orienten y conduzcan las transformaciones sociales, económicas, culturales e institucionales que cierren, definitivamente, este periodo vergonzoso de continuismo y latencia de la herencia económica y constitucional que el civilismo pinochetista impusiera al país por las armas«. Según él, la actual Mesa de su partido insiste en un candidato sustituto de la Presidenta, lo que junto con debilitar su liderazgo vacía de sentido su conducción de gobierno, «más que un candidato, lo importante es el programa, y un programa generado desde los problemas intereses y necesidades del pueblo trabajador chileno y los excluidos del modelito«.
La lista la constituyen destacados militantes históricos del socialismo chileno como Carmen Lazo, Lautaro Videla, Arturo Barrios, Sergio Salazar, así mismo, forman parte de ella desde el mundo de los Derechos Humanos y la demanda de verdad, reparación y justicia Gonzalo Taborga, Presidente de la Comisión chilena de Derechos Humanos, Patricia Herrera, Secretaria nacional de la Comisión de Derechos Humanos del Partido. Desde el mundo social y sindical la integran Nelson Viveros, vicepresidente de la ANEF, Luis Madariaga, dirigente nacional del Colegio de Profesores, Patricia García, presidenta regional del Colegio de Profesores en Concepción, Luis Ramírez, de la Brigada de profesores allendistas, a través de los cuales se une la crítica social a la crítica política, hecha de manera rigurosa y seria. Son parte de esta lista los destacados economistas socialistas y defensores de la renacionalización de los recursos minerales y energéticos Julian Alcayaga y Héctor Vega.
También, la integran dirigentes de la militancia de mujeres socialistas como Mina Sepúlveda, Yolanda Yañez, Mary Lincoleo, Verónica Freire y los representantes de la nueva generación de dirigentes jóvenes y militantes de izquierda llamados a ser parte de las nuevas luchas y las nuevas ideas socialistas para el siglo XXI, Lino Gualters, Raúl Palacios, Yandira López, Cristian Mundaca, Laura Ahumada, Jimmy González, entre otros.
Así mismo, la MESA DE IZQUIERDA, SOCIALISTAS COMO ALLENDE presentó candidatas y candidatos en listas propias o unitarias en prácticamente todos los Comités Regionales del país y comunales.
Finalmente, se destaca la candidatura de Luis Casado, actualmente representante al Comité Central por los militantes socialistas del exterior y coordinador de la Red DEBATE SOCIALISTA, como candidato de la lista Mesa de Izquierda, Socialistas como Allende, a la Presidencia del Comité Regional Metropolitano (Santiago).
29 de marzo 2008.

Prensasocialista ediciones pañuelo rojo.



QUE EL XXVIII CONGRESO GENERAL SALVADOR ALLENDE GOSSENS SEA UN PASO ADELANTE EN LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA Y EL SOCIALISMO.

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PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE.

XXVIII CONGRESO GENERAL SALVADOR ALLENDE GOSSENS.

QUE EL XXVIII CONGRESO GENERAL

SALVADOR ALLENDE GOSSENS

SEA UN PASO ADELANTE EN

LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA

Y EL SOCIALISMO.

LOS SOCIALISTAS Y LA CONSTRUCCIÓN DE UNA REPÚBLICA DECENTE.

“…el hombre del siglo XXI debe ser un hombre con una concepción distinta, con otra escala de valores, un hombre que no sea movido esencial y fundamentalmente por el dinero, un hombre que piense que existe para la fortuna una medida distinta, en la cual la inteligencia sea la gran fuerza creadora”

Salvador Allende

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Diciembre 2007.


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Es más una cuestión de Justicia Social que de Cohesión Social.

Era dado pensar que la Convocatoria al XXVIII Congreso General Salvador Allende Gossens, convocado en el marco del año Centenario de su Natalicio, se dedicara a honrar su pensamiento y proyectar en el pueblo allendista su herencia política y moral. Todo lo contrario, el discurso de convocatoria entregado por la Mesa Directiva actual argumenta extensamente razones por las cuales el partido en su Congreso debe abandonar la línea de reflexión del socialismo histórico y su identidad como un partido de la transformación social de carácter socialista y asumir que “… el horizonte histórico del Socialismo chileno en los próximos años estará marcado por el desafío de ser capaces de conducir a nuestro país al desarrollo”.

Por cierto no es de un desarrollo en perspectiva socialista, igualitario, justo y solidario, del que nos habla la convocatoria, sino la fantasía detrás de la idea que sería posible que un país subdesarrollado alcance el desarrollo marcado por las desigualdades sociales y en un contexto neoliberal.

Es más, se agrega en la convocatoria la siguiente idea,

“… El Congreso deberá ser capaz de caracterizar la nueva etapa histórica que se está abriendo y que estará signada por completar nuestro camino al desarrollo, construir un Estado Social, terminar con la pobreza, derrotar la exclusión política y edificar una sociedad integrada y cohesionada socialmente”.

Entonces, lo que propone de manera significativa la Mesa Directiva actual, entre otras cosas, es un Congreso volcado hacia las tareas que resuelven los problemas del modelo económico y social heredado de la Dictadura, y no a su trasformación y superación histórica. Muy lejos de eso. Es un llamado a preocuparse de aquellas cosas que hacen feo y duro el modelo con los excluidos, los más pobres y los trabajadores, y todo ello con el fin de, -lo que es al parecer una nueva utopía social demócrata- “…edificar una sociedad integrada y cohesionada socialmente”.

Los socialistas apostamos a la justicia social y a edificar una sociedad socialista, democrática de trabajadores. El principio de justicia social y el principio de solidaridad son principios antagónicos a la idea de cohesión social. Cohesión social exigían, por ejemplo, los salitreros ingleses en Tarapacá, un par de años antes de la masacre de la Escuela de Santa María, cuando escribían a las autoridades de Santiago entonces,

“… La industria salitrera atraviesa por circunstancias en cierto modo delicadas, provenientes en realidad, no de que exista entre nosotros una cuestión obrera propiamente tal, sino de que elementos extraños a ella tratan de perturbar su tranquilidad con fines muy diversos de los intereses bien entendidos del pueblo trabajador”[1]

La integración social y la cohesión social son cara y sello en las monedas de la autoridad y el orden que promueven las clases empresariales y sus epígonos. De una cierta manera la cohesión social es una paz social sentada en la quietud y la aceptación de las desigualdades y abusos instalados por la intangibilidad del Modelo neoliberal, el Estado subsidiario y la Constitución del pinochetismo.

Nunca antes en la historia documentada del Partido Socialista existe antecedentes que una Mesa Directiva convoque a su Congreso General a discutir sobre las particularidades de la contribución socialista al crecimiento económico capitalista el que, sin modificar o intervenir el modelo de especulación y usura neoliberal, haga de Chile un país desarrollado. Eso es nuevo. Eso si que es nuevo.

En esta idea convergen dos estereotipos de la burbuja liberal que el Laguismo dejó activada en la Concertación: primera entelequia, la meta de un país desarrollado para el Bicentenario, o este matiz nuevo, que se pronuncia en el discurso de algunos actuales funcionarios de gobierno “la vía chilena al desarrollo”, algo así como una segunda reencarnación de los Jaguares de América del Sur, los Adelantados del Siglo XXI, los Venecianos del Cono Sur.

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Nunca antes en la historia del Partido Socialista se había convocado a su Congreso General a discutir la contribución de los socialistas al desarrollo capitalista.

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En consecuencia, estamos frente a una nueva fase de la crisis histórica del Partido Socialista.

El país sigue siendo el mismo, los problemas pendientes de la transición siguen siendo los mismos: una institucionalidad oligárquica, una economía cimentada en la especulación financiera y la usura, deuda histórica con las víctimas de la represión y de las violaciones a los derechos humanos, impunidad y sacralización de los privilegios de castas, nula participación social, exclusión económica, cultural y social, aumento creciente en las desigualdades económicas, sociales y culturales, aumento de los ghettos periféricos, aumento del tráfico intraghettos, callampización de la vivienda popular no superada, al contrario, culto espiritual a la construcción de medias-aguas, una constitución antidemocrática e ilegítima, aumento de la privatización directa de la soberanía del gobierno, y de la privatización indirecta de los recursos naturales y sus tragedias medio ambientales tanto por la sobre explotación como por la depredación. En fin, el país en el que nacimos, vivimos, sufrimos, el país que amamos y que todos conocemos.

Acá estamos, lisa y llanamente, frente a una corriente doctrinaria que ha tomado cuerpo en el seno del PS que se alimenta en las lógicas liberales del Gobierno. A lo mejor, es menos doctrina y más sobrevivencia funcionaria. O se puede especular que ese texto pro liberal surge de una matriz triunfalista por la hegemonía funcionaria de la actual Mesa lograda en los cargos públicos. Cualquiera sea el supuesto que serviría para explicar cómo desde la Mesa del PS se promueve un partido volcado a fortalecer el capitalismo monopólico, lo que si está meridianamente claro, se diga de una manera eufemística o no, es que la opción asumida por los teóricos de la Convocatoria al Congreso terminan por adherir a la perpetuación del modelo económico y político del capitalismo post pinochetista como si nada pasara.

En consecuencia, se acepta todo aquello que viene en el mismo paquete, su Constitución anti democrática. El texto expresa, con convicción, que vivimos una post transición, que hemos reinstalado y consolidado la democracia en Chile, que las tareas democráticas esenciales se han cumplido y que el avance económico del país abre paso a una nueva etapa histórica, donde la tareas de redemocratización autoimpuestas por la Concertación original, se han agotado

El año en que todos seremos Allendistas.

Los socialistas pensamos de otra manera. Creemos firmemente que el año del Centenario del Natalicio del Presidente Allende es una gran oportunidad histórica para refundar la unidad y el proyecto político del pueblo allendista. No es una cuestión que se hará de un día para otro, es un proceso, con sus tiempos y ritmos, con sus complejidades históricas, pero que es la expresión de una voluntad histórica que pone al allendismo en el futuro y no como le quieren hacer aparecer algunos como un monumento en el pasado.

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Los socialistas tenemos la oportunidad histórica de refundar la unidad y el proyecto político del pueblo allendista.

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El pueblo allendista va muchísimo más allá de los límites encogidos en que se tiene al Partido Socialista. Y si se pudiera dibujar en un papel el porte que tendría esta constituyente democrática del pueblo allendista el papel tendría que ser muy grande porque ocuparía más de la mitad de la actual Concertación e iría mucho más allá de lo que hoy es el PODEMOS, mucho, mucho más allá todavía. No es una tarea fácil, por eso tiene dimensiones históricas, ¿pero cuando han sido fáciles las cosas a los socialistas?

Pero asumamos, autocrítica-mente, que el no haberlo hecho hasta ahora no es un problema que tengamos que atribuir a los no– socialistas. No hemos sido capaces, como generación, de haber instalado en la política chilena, de manera vigorosa, un proyecto político histórico de transformación democrática y de recuperación de derechos conculcados por la dictadura y no recuperados al modelo económico e institucional del pinochetismo.

Siempre apostamos, en estos años, que la recuperación democrático-social era posible desde la Concertación por significar una gran acumulación de fuerzas. Pero se demostró que no basta tener una fortaleza electoral si no se expresa voluntad de producir democracia, o se carece de valentía y coraje democrático. Y al igual que a esa víctima que la están asaltando pero que no cree que eso le esté pasando a ella, nosotros hemos querido creer que ha sido más por los “enclaves autoritarios” o por la obstrucción de la derecha que no hemos podido realizar la superación de la herencia económico institucional del pinochetismo más que por el abandono de la voluntad democrática o la asimilación digestiva al liberalismo a través de la participación en los directorios de sus empresas como parece ser, finalmente, la razón.

Surge así la oportunidad que en el año del Centenario del Natalicio el Partido Socialista esté a la cabeza de un proyecto de re construcción democrática de mayorías sociales y electorales que hagan posible el proyecto de transformación democrático popular, en justicia e igualdad social, orientada a producir desde las mayorías populares en Chile el camino al socialismo. El socialismo es más necesario que nunca, históricamente posible, vivo y fuerte en los procesos de cambio de América Latina, como la única respuesta posible, desde lo humano y desde lo participativo, a los desastres del neoliberalismo en la felicidad de los pueblos y en las catástrofes medio ambientales.

Proyectar la herencia política y moral del Presidente Allende.

Queremos subrayar a lo menos tres mandatos ético-políticos significativos que se proyectan del ejemplo y la memoria del Presidente Allende. Son los que mejor sirven los intereses de los socialistas y del pueblo allendista en el Chile de hoy:

La Unidad del Pueblo: El primer mandato de la herencia política y moral del Presidente Allende es construir y defender la unidad del pueblo. Trabajar infatigablemente por la unidad de las fuerzas sociales y sindicales, por la unidad de las corrientes culturales, de la producción de ideas y del arte, y la unidad de las organizaciones políticas que lo representan. Significa reconstruir las redes y movimientos sociales, tejer la patria de vínculos solidarios, privilegiar en todos los campos del quehacer popular la acción colectiva. Recuperar los espacios sociales en los pasajes y calles de nuestras poblaciones, los lugares públicos y las esquinas.

Debe existir conciencia clara que la unidad es uno de los más valiosos patrimonios en los que la izquierda puede basar su nueva historia. Los trabajadores deben ejercer en la política sus principios e intereses pero también su fuerza propia.

La defensa de los Intereses populares: La segunda herencia es recuperar el sentido ético y político de la participación histórica de la clase obrera y el pueblo en la política y la cultura y en la transformación del mundo. Estamos en política para servir los intereses de los pobres, los excluidos y del conjunto diverso de mujeres y hombres que disponen de su trabajo y de sus ideas como patrimonio de vida. Lejos estamos de una política que sirve intereses de los poderosos. Este es principio ético y político que debe impregnar nuestra acción de gobierno, nuestra acción parlamentaria, nuestro trabajo en las organizaciones sociales, nuestra vida pública y privada. No existe la defensa del interés nacional en abstracto pues el vector que sobredetermina la acción política de los socialistas no es neutral, es popular, es de clase, es del lado de los humildes y de los excluidos.

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Los socialistas estamos en política para servir los intereses de los pobres, los excluidos, los trabajadores. Lejos estamos de una política que sirve intereses de los poderosos.

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Estos intereses son los que se expresan, con sentido histórico, en un programa común como gran contenedor de las necesidades, intereses y aspiraciones libertarias y de justicia social del pueblo trabajador chileno, de los excluidos, de la diversidad cultural, social y étnica. Como todo programa, este también deberá ser una construcción histórica, actualizada, de acuerdo a nuestra propia identidad y de acuerdo a nuestra realidad chilena y latinoamericana, realidad diversa, plural, abierta a la participación.

El compromiso con la transformación democrática: El Allendismo asume como estrategia conducente a la transformación revolucionaria de la sociedad chilena la participación protagónica del propio pueblo como sujeto de su propia historia. Ello pasa por la construcción democrática de mayorías sociales y electorales, la lucha por una nueva institucionalidad democrática, que supere las ataduras de la herencia pinochetista, que respete el libre juego de ideas, donde la resolución de conflictos se ajuste a un derecho que respeta los principios de legalidad, legitimidad y justicia, que recupera los avances y logros de la historia democrática de Chile, de modo que sirva a la existencia y sustento de una patria para todos. Se trata de hacer posible el proyecto de transformación profunda, en justicia, democracia e igualdad social, que encarna nuestro partido, orientado a establecer en Chile y en América Latina la construcción del socialismo, como superación de la pobreza, la ignorancia , la explotación y las desigualdades que genera el capitalismo globalizado y el neoliberalismo.

La superación de la Concertación y una nueva gobernabilidad democrática.

Una cosa comparten los diferentes documentos presentados al XXVIII Congreso, la Concertación carece de sentido, de sentido democrático.

La convocatoria oficial dice que la Concertación agotó su programa original de redemocratización. Nosotros queremos pensar que más que agotarse terminó por abandonarlo. Se abandonó la misión que el pueblo nos encomendara, sacar a Chile de la dictadura en todos los sentidos, e instalarlo en una democracia verdadera como fundamento de una República decente.

En consecuencia, es una opinión a la vez compartida y generalizada que la Concertación perdió el sentido y el rumbo, perdió su carácter de alianza de mayoría para la transformación democrática de Chile. Ahora, la Concertación semeja una especie de gran Arca de Noé cuya función no es otra que transportar funcionarios de un Gobierno a otro. Son siempre los mismos y se preparan para pasar al próximo.

Tenemos la convicción que quienes terminaron por sustraer la esencia democrática de la misión de la Concertación han sido los sostenedores contumaces del decadente pacto de gobernabilidad hecho con militares y el civilismo pos-pinochetista al inicio de la transición y defendido durante estos 17 años. De este modo, ha parecido más fácil construir fórmulas para co-gobernar con la derecha, aceptar todos y cada uno de los dogmas del fundamentalismo económico neoliberal y del Fondo Monetario Internacional, adaptándose a sus exigencias y formatos, que han terminado por privatizar no solo los servicios esenciales de la población y buena parte de los recursos naturales de Chile, también una parte sustantiva del carácter social del Estado, de la soberanía política de los gobiernos y de su rol en la protección de los intereses de todos, en especial de los que menos tienen.

Era esperable que en lugar de ser buenos administradores del modelo hubiéramos conseguido convocar a la mayoría del pueblo chileno a tirarlo al basurero de la historia.

Ante este vacío de sentido democrático y abandono programático, la estrategia de las tendencias liberales se reduce a sustituir la vocación democrática en la Concertación por una aparentemente nueva actitud misionera en la cruzada por humanizar de este capitalismo salvaje, disminuir sus funestas consecuencias en los más pobres y en los endeudados. Perfeccionar el modelo, para que sirva mejor a sí mismo y a sus propósitos, es presentado como si ello fuera una desarticulación del mismo, o, al contrario transformarlo en una misión Bicentenario, la misión de una nación autónoma en la globalización con su “vía chilena al desarrollo”.

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la Concertación semeja una especie de gran Arca de Noé cuya función no es otra que transportar funcionarios de un Gobierno a otro.

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De este mismo espíritu misionero se desprenden, entonces, algunas de las llamadas tareas del país social. Nunca se deja de mencionar aquello que el modelo no cubre, los déficits en distribución, equidad, seguridad, salud, educación, vivienda, protección social y laboral, etc., y es cierto, en el discurso liberal, estas son las razones por las que hay que mejorar el modelo. Es una especie de anestesia que distrae de lo fundamental, su crítica, su intervención y su reemplazo. Ese espíritu misionero, ese propósito superior es transferido y apropiación por las agendas sociales. Sin embargo no hay sorpresa cuando, año a año, las brechas aumentan, porque no es posible en el marco de un sistema neoliberal otra cosa que políticas sociales remediativas. Sabemos que sin reformas estructurales no se podrán implementar políticas sociales que sustenten cambios que garanticen derechos y que, además, garanticen la estabilidad de estos cambios en el tiempo contribuyendo al mejoramiento permanente de las condiciones vida, protección y trabajo del pueblo chileno. Ejemplos emblemáticos han sido, entre muchos, el Plan de las 900 escuelas, el Programa de superación de la pobreza, o los programas FOSIS que, en su momento, de ser planes de gran impacto social en los actores y segmentos beneficiados no han podido evitar que sus efectos y beneficios hayan desaparecido casi totalmente en el tiempo, precisamente, como consecuencia de otros efectos del modelo neoliberal. Y este resultado, en lugar de conseguir adhesión popular al esfuerzo en “inversión social” produce desencanto en la gente y su desafección de la Concertación. No de otra manera se explica la migración constante de desencantados al clientelismo electoral de la UDI.

En este contexto, cada día pesa más a los socialista nuestra alianza con la Democracia Cristiana, con quienes, desprovistos de ese karma democrático inicial, nos separan cada vez más cosas, algunas de ellas antagónicas, como su entusiasta adhesión a las políticas imperialistas en América Latina.

Hemos tenido que subvencionar a la DC en parlamentarios, gobiernos municipales y gestión de empresas y servicios del Estado. Es una alianza que no se sustenta en una rica convergencia de principios humanistas como era esperable en una convergencia entre socialistas y socialcristianos. Es una alianza por conveniencia, oxidada, deteriorada, que ha evolucionado hacia un pragmatismo electoral y funcionario, que tampoco nos alcanza electoralmente, puesto que los últimos dos Presidentes han sido electos con los votos de la izquierda extraparlamentaria. Una alianza que no se preocupa de democratizar Chile, que no comparte una misma visión latinoamericanista y que sirve a propósitos e intereses políticos internacionales antagónicos a los principios e intereses de los socialistas.

La revisión de la Concertación como una alianza que sirva a la transformación democrática de Chile debe reflexionar, también, respecto del carácter y naturaleza del futuro de las relaciones político-electorales entre el Partido Socialista y la Democracia Cristiana.

El Partido Socialista en la crisis de la Concertación.

En medio de esta democracia en la medida de lo posible, el predominio de hegemonías de Derecha en políticas de Gobierno, ha terminado por llevar al Partido a hegemonías de Derecha en sus tendencias de dirección.

De ahí no es de extrañar que esté en la lógica del discurso de dirigentes del Partido una idea que en el Gobierno de Lagos se repitió a lo menos en cinco oportunidades diferentes: el fin de la Transición y por haber completado las tareas de la democratización. Solo que la realidad histórica, una y otra vez, se encargó de desmentirlo.

Hoy se proclama la pos-transición como si proclamar bastará para que por un pase de magia política apareciéramos viviendo de un día para otro en una verdadera democracia. Es la pirotecnia de los asesores comunicacionales de la Moneda, donde algunos de sus creativos viajan desde Estados Unidos.

Es cierto, no vivimos en una dictadura, pero tampoco vivimos en una Democracia, al menos no la democracia que creemos legítima y republicana. Vivimos en una especie de latencia que no es ni dictadura ni es democracia, una majadería política en la cual después de 17 años de la salida de Pinochet nos obliga a seguir escuchando todos los días, como una penitencia, a la misma docena de dirigentes juveniles del pinochetismo ahora convertidos en parlamentarios de la democracia del binominal.

En medio de un gobierno en el que predominan familias de decisiones de Derecha, tanto en el Gobierno económico, como en el Gobierno de las relaciones exteriores o en el Gobierno de las relaciones institucionales, las políticas sociales pueden llegar a ser como un barquito de papel.

Ha sucedido con el naufragio de muchas y contundentes iniciativas sociales y populares que han debido ser retiradas o congeladas. Sirva para ilustrar lo anterior lo sucedido con la iniciativa de política educacional reciente. Hubo una correcta y valiente voluntad presidencial de sustentar cambios profundos en la institucionalidad educativa como una exigencia moral para enfrentar, de una vez por todas, la desigualdad pedagógica entre hijos de distintos estratos sociales, estuvo la decisión de apoyarse en el consenso de los actores educativos, ¿para terminar cómo? Discutiendo entre las paredes del Instituto de Libertad y Desarrollo, un acuerdo que representa la voluntad y los intereses de los empresarios de la educación, tanto privados como eclesiásticos.

¿Qué rol juega el Partido Socialista y su influencia en los actores educativos para reponer la voluntad presidencial?

El sesgo reformador en el Gobierno ha debido batirse en retirada o ha sido anulado por la reacción pro liberal del propio gobierno. La paradoja es que han contribuido a este desbaratamiento personeros liberales adscritos a nuestro mismo partido. No se trata de los socialistas que se esfuerzan día a día por acompañar el tranco a la Presidenta, son otros, son aquellos que creen estar en el Gobierno “…para ayudar a la Presidenta a llegar a la otra orilla”.

De este modo, y aceptando lo que significa el peso de la autocrítica, institucionalmente, hemos pasado a ser algo así como el brazo izquierdo de los liberales. Este triste resultado de la relación del Partido con el Gobierno abre la discusión respecto de su carácter y naturaleza manteniendo y respetando el consenso histórico de lealtad a la Presidenta y a su programa de Gobierno.

Durante el Gobierno de Lagos sostuvimos, y la historia actual nos ha dado la razón, que no se puede confundir partido y gobierno. Que no se puede confundir tampoco la capacidad de los partidos de construir juicio crítico de la realidad con el apoyo a un Gobierno.

Los partidos son entes vivos, asociaciones colectivas que se implican por compromiso y sensibilidad social. No se puede castrar la capacidad crítica de un partido cualquiera sean las circunstancias históricas, y ese es un principio democrático fundamental. Mucho más alta es aún nuestra responsabilidad toda vez que las ideas liberales ganan terreno en la dirección del partido. Los partidos somos el cable a tierra de los gobiernos, sensibilidad popular, correa transportadora de intereses, necesidades y también de frustraciones de la gente con el Gobierno. Por lo mismo debieran constituir la principal arma político social que vincule Gobierno y ciudadanía.

Por lo mismo, la autoridad política debiera valorar en la práctica la autonomía de los partidos y agradecer la oportunidad que estos puedan entregar visiones comprometidas que no son posibles de percibir desde palacio.

Pero, lo que no puede aceptarse es el uso de las directivas de los partidos como prótesis que prolongan el voluntarismo de las decisiones gubernativas, o reducirlas a meras instancias destinadas a imponer con golpes de tipo funcionario adhesiones que violentan la ética o los principios de los partidos.

Si los Gobiernos insisten que están por sobre los partidos, deben aceptar el principio que los partidos trascendemos a los Gobiernos. En consecuencia, el rol que deben asumir los partidos es el ser garantes de la crítica y también de la propuesta.

El Gobierno no tiene ningún derecho a intervenir ni la voluntad de los partidos ni la voluntad de los parlamentarios ni la voluntad de los dirigentes sociales. Influye con el peso de sus ideas, con el fundamento y razón de sus decisiones, pero los gobiernos democráticos no dan cuadrillazos. Si el Gobierno asume decisiones que se fundan de manera racional, ellas deben ser capaces de sostenerse solas frente al pueblo, frente a la legislatura, frente a los movimientos sociales. Si no es así, significa que no se gobierna cuidando sus intereses.

Baste recordar lo bochornoso del cuadrillazo con Ministro, telefonazo desde la Moneda, en la Comisión Política del PS para hacer que por razones de Estado se aceptara el acuerdo educacional empresarial con la derecha, cuya firma, al día siguiente desató el triunfalismo y las lágrimas respecto a la nueva etapa de los pactos sociales. Duro desengaño 24 hrs, después cuando la propia derecha dio un portazo al acuerdo con el Gobierno. o cuando algunos días después, el Presidente de Renovación Nacional en la Junta Nacional de su partido se burlaba del Gobierno por la manera como habían conseguido imponer un acuerdo educacional que recogía todas sus aspiraciones y habían obligado al Gobierno a retroceder y modificar las suyas. ¿Cómo quedó la imagen de la Presidenta ante los actores educacionales que habían configurado otro sentido y otra direccionalidad a esa iniciativa? Sobre todo cuando el principal operador de ese acuerdo con la derecha era un propio miembro de su Gabinete.

El problema de fondo, y que no podemos obviar en la discusión del Congreso y que es lo que humilla y avergüenza a los socialistas es que un Gobierno, predominantemente, al servicio de las lógicas liberales y de los empresarios termine por transformar al Partido Socialista en un instrumento contra los trabajadores, o, en la mejor de las hipótesis, en un peligro para los intereses de los trabajadores.

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lo que humilla y avergüenza a los socialistas es que un Gobierno al servicio de las lógicas empresariales termine por transformar al Partido Socialista en un instrumento contra los trabajadores,

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La Transición política chilena ha sufrido varias tragedias de las cuales los socialistas tenemos distintos grados de responsabilidad colectiva. Por ello, debiera estar entre las prioridades de una nueva conducción partidaria contribuir a corregir y a recuperarlas democráticamente. La primera, es la derechización de la conducción del PS y la aceptación en sus filas de personeros cooptados desde los directorios empresariales. Enseguida, la deslegitimación de los movimientos sociales alternativos y la ampliación y fortalecimiento de la represión policial a los movimientos sociales. Tercero, el desarme de los medios de comunicación alternativos e independientes. Cuarto, el no reconocimiento de un estatus de autonomía a las Comunidades indígenas y al contrario, contribuir a su deterioro político y moral. En lugar de contribuir a preparar los liderazgos para un futuro gobierno autónomo de las comunidades originarias, se deslegitima y reprime las generaciones de relevo.

Finalmente, consideramos que uno de los errores destacados de la gestión política de este, nuestro gobierno, ha sido la exclusión total de la izquierda, de sus profesionales y de las ideas del socialismo de izquierda. Se ha renunciado a matices, a competencias políticas y profesionales, a buscar equilibrios en las tendencias y enfoques que puedan desarrollarse fuera de la lógica liberal, tanto en la concepción de políticas públicas como en el uso de metodologías de trabajo alternativas. Con ello se ha excluido a especialistas, de ideas socialistas, que podrían haber contribuido a anticipar crisis y diversificar enfoques en gestión política, en gestión social y en materias sectoriales. En la lucha interna de los grupos de poder partidario los operadores de las tendencias de derecha difunden entre los militantes de los Comunales la idea que la exclusión de la izquierda del partido se interpreta como un castigo por pensar como socialistas. Si así fuera, ¡qué honor!

Incluso la crítica de izquierda en el gobierno en materias laborales al pequeño Zar de Hacienda no es capaz de intervenir y modificar el curso principal de la matriz económica financiera. Ayuda a la imagen de un gobierno con dos almas pero que en la práctica sigue siendo de un solo corazón. ¿Quién le pone el cascabel al grupo que se autodenomina Expansiva y cuyo fin en el gobierno es mantener el barco encallado en el puerto de los empresarios? Se puede decirnos que es una opción no ponerles ningún cascabel, bien, que así sea, eso es posible, pero entonces cabe preguntarse ¿qué hacemos en el Gobierno?, o ¿qué hacemos con el Gobierno?

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… la derechización de la conducción del PS, la deslegitimación de los movimientos sociales y el aumento de la represión, el desarme de los medios alternativos y el deterioro de las comunidades indígenas son las grandes tragedias de la transición.

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Estamos frente a una fuerza hegemónica en el vértice de la Concertación que proyecta, desde el Gobierno anterior al actual, el estandarte de un continuismo que defiende la inmutabilidad del cambio democrático. Es el “Laguismo”. Representa una misma casta de funcionarios superiores del Gobierno anterior que han tenido éxito en dejar o en volver a funciones y cargos importantes a sus integrantes. Es la “puerta giratoria” o la “repetición del plato”. Mucho Laguismo, poco Bacheletismo. Con ello se ha obstaculizado la nitidez de un signo propio y una identidad propia en el gobierno, y es, probablemente, la causa del desgaste acelerado de popularidad en las encuestas. El continuismo es una inercia política muy poderosa en la Concertación de estos días. Las razones parecen evidentes cuando estallan los escándalos de corrupción o se transfieren responsabilidades políticas como es en el caso del Transantiago. Por supuesto, sería demasiado simple creer que se trata de una maniobra apache. La continuidad institucional y económica se sustenta en el concubinato de un cierto tipo de política y el mundo de los negocios. No es nuevo. Sucedió también con la cooptación de los Generales a los Directorios o a la propiedad de las Empresas durante la Dictadura.

Esa fuerza fáctica, de amplio espectro, fue incapaz de desatascar la Concertación hacia la vía de los cambios institucionales y sociales necesarios. Esa fue la razón de la necesidad de un nuevo liderazgo, con capacidad de reinventar la esperanza de cambio. Eso la Presidenta lo hizo en la calle, diciéndole a cada chileno que era necesario seguir creyendo. Era su palabra de mujer. Sin la Presidenta no hubiera habido más Concertación. Pero ella no es suficiente para mantenerla viva. El Laguismo no solo sumió la Concertación en una profunda crisis, la exportó al actual gobierno. Los verdaderos responsables del fin de la Concertación son quienes de manera contumaz no han cesado de travestir las políticas originalmente democráticas de la Concertación en políticas neoliberales. Y si no cesa la usura del poder de los mismos grupos que hacen de la reproducción del statu quo un oficio la crisis de la Concertación será terminal.

El continuismo no solo es una amenaza a la continuidad de la Concertación, es una amenaza al futuro estratégico del Partido Socialista y de su proyecto democrático de trabajadores.

Durante los recientes años hemos debido combatir los esfuerzos del laguismo por hacer desaparecer el Partido Socialista a través de la fusión con el PPD y el PR, como una fantasía autoritaria de dotarse de un Partido Popular Progresista que administrara el futuro político electoral de ese grupo. Hoy el peligro se cierne en alinear la dirección de la política socialista a la direccionalidad de la política neoliberal del Gobierno

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… sin la Presidenta no hubiera habido más Concertación, el “Laguismo” no solo sumió la Concertación en una profunda crisis, la exportó al actual gobierno

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La crisis de la concertación y del Gobierno abre camino a un nuevo futuro de gobernabilidad democrática de amplia base popular. Ello es parte y requisito de un proceso orientado a volver a los principios originales de lealtad al cambio democrático y a la justicia. Se trata de vincular de una manera inequívoca el programa de Gobierno con los intereses de la democracia plena, con una nueva Constitución, con nuevo sistema electoral, con una orientación económica que sirva al mundo del trabajo, a los pequeños y medianos empresarios, que imponga royalty a la Minería, que recupere el patrimonio privatizado, en especial los servicios básicos y las carreteras, que frene la especulación, la usura y el control por endeudamiento de la población, que vincule Chile al carro de la integración latinoamericana, en fin, que se afane en no permitir impunidades ni amnistía, desigualdades ni pobreza.

En ese contexto es un momento propicio para privilegiar la convergencia de una mayoría de militantes que recupere la conducción partidaria para hacer política de izquierda. No nos cansaremos de reiterar que es más necesario que nunca en Chile un Partido Socialista que asuma en la política chilena un protagonismo de nuevo tipo. Un Partido Socialista que inspire y conduzca alianzas cada vez más amplias hacia el mundo popular, que permitan intervenir y superar, en su especificidad, el modelo capitalista del pos-pinochetismo, así como sus instituciones y privilegios transferidos e impuestos como condiciones de vida y de ciudadanía económica y social a todos los chilenos.

Por una nueva gobernabilidad democrática: hacia un Programa Democrático de Izquierda.

La crisis obliga a resignificar el sentido de una nueva gobernabilidad democrática.

Un proyecto de nueva gobernabilidad convoca a un innovador protagonismo de los intereses populares y de izquierda en la tarea democrática futura. Una nueva gobernabilidad democrática debe ser amplia, plural, diversa en cuanto está destinada a representar una plataforma democrática de amplia base social con la misión de conducir al país a la construcción de una República decente. La nueva gobernabilidad es un proyecto que piensa el Chile de las próximas décadas y que lleva en esa perspectiva las tareas inconclusas de la transición a la democracia pero que no se agota en ellas. El fin de la transición supone caminar las alamedas de un proyecto de unidad nacional, bajo la égida de una democracia auténtica en los valores y las acciones de la restitución, la verdad, la justicia, y la reparación. También supone superar las herencias políticas e institucionales y transformar con sentido social la economía neoliberal que reproduce las desigualdades, alimenta la exclusión y la marginalidad y favorece la concentración oligopólica de la economía. Ello como un primer paso, necesario, pero apenas necesario en la perspectiva mayor de hacer de Chile un país con una economía solidaria, una democracia participativa, donde los recursos naturales, sociales, culturales y tecnológicos están al servicio del país y de su población como sustento a las condiciones de vida muy por encima de los niveles de precariedad actual.

El primer paso hacia la convergencia democrática debe ser la convocatoria a una ASAMBLEA CONSTITUYENTE que genere desde la base y de manera democrática una nueva Constitución Política del Estado, que dote al país de un nuevo marco institucional, que asegure nuevos derechos y garantías, que haga al pueblo protagonista de su destino.

Debemos transformar la profunda crisis de la Concertación en una oportunidad de unidad y movilización democrática.

En este marco, el XXVIII Congreso General debe reinstalar la discusión en torno a:

a) Los ejes programáticos del PSCh y las condiciones políticas necesarias para superar la crisis de la Concertación y refundar un nuevo proyecto de gobernabilidad democrática. Esta discusión debe considerar las formulaciones programáticas del PS para el periodo.

b) El contenido del PROGRAMA DEMOCRÁTICO DE IZQUIERDA y de la nueva alternativa presidencial que represente esta nueva gobernabilidad cuyo eje es servir los intereses de unir una mayoría para el cambio.

c) Reponer el debate en torno al proyecto país; sabemos que no es el proyecto neoliberal autoritario y dependiente del presente, sabemos que no es la propuesta de administración del modelo tampoco.

d) Finalmente, la democratización del partido y su recuperación orgánica, política y social. El desarrollo de proyectos de formación y educación política, fortalecimiento de los vínculos con los movimientos sociales, de la diversidad sociocultural, sindicales, juveniles, campesinos, indígenas y vecinales.

Los socialistas en el proyecto de gobernabilidad democrática

Nuestro rol como socialistas, en el proyecto de nueva gobernabilidad democrática, es contribuir a ampliar las fronteras de la izquierda más allá de la propia izquierda. Hay una izquierda que es más que la propia izquierda chilena organizada e institucionalizada. Es la masa desencantada pero lo suficientemente lúcida como para percibir que un proyecto de abandono democrático como el que encarnamos hoy como Concertación no la representa, no la calienta; que una política sin sentido histórico, vaciada en sus valores de recuperación democrática no las convoca. El pragmatismo, el acomodo o la renuncia a la identidad política de importantes personeros públicos ayer de izquierda hoy de derecha por interés, los asquea. La consecuencia y la transparencia moral del ejemplo de Salvador Allende o el Che sí los convoca. La lucha de masas y el avance al socialismo en América Latina los entusiasma. Su incorporación a la acción colectiva y a la construcción de un proyecto común de país no depende de la derecha sino de nuestra capacidad, por una parte de reinstalar militancia y proyecto con principios y, por otra, por la capacidad de vincular sus intereses particulares en sus contextos sociales con los intereses políticos e históricos de la transformación social.

Un Programa Democrático de Izquierda debe contener las demandas históricas fundadas que ellas deben orientarse a asumir todo lo necesario para asegurar derechos y acceso a la nutrición adecuada y permanente, a la salud y medicamentos, a la educación y la formación, la vivienda, el empleo, la seguridad social y la recreación, de todos los chilenos, de todas las edades según corresponda, y a lo largo de toda la vida.

El Programa Democrático de Izquierda deberá también consagrarse a instalar históricamente el derecho a la ciudadanía de cada cual en el mundo del conocimiento asegurando la formación y el acompañamiento para la vida y para el trabajo. Aspirar a ejercer como sujeto tanto en la producción histórica de diversidad cultural como actor y ciudadano en la construcción de mundo y en la relación solidaria con el otro.

El Programa Democrático de Izquierda debe abrir cauces a la participación permanente y protagónica como un valor que supone, antes que nada, compromiso con el otro, que lo considero mi igual en valores, derechos y obligaciones, en una convivencia democrática y solidaria. Significa la obra colectiva que funda y defiende una democracia política y social plena, en un mundo de derechos y libertades compartidas.

El Programa Democrático de Izquierda debe consagrar una parte importante de su propuesta a la recuperación y protección del patrimonio nacional, nacionalizar sus recursos, poner su producto al servicio del pueblo, reordenar la inversión extranjera en función de los intereses nacionales protegiendo solo a quienes estén dispuestos a respetar los derechos patrimoniales de los chilenos. Disponer nuestros recursos a un sistema de comercio justo

El Programa Democrático de Izquierda debe proponer un proyecto de país que no reniega de su identidad latinoamericana, y que en lugar de intentar ser un portaviones del comercio de bucaneros asume ser, por voluntad soberana de nuestro pueblo, pasajero del gran proceso latinoamericano del siglo XXI de integración bolivariana de los pueblos. Activos en la defensa del derecho internacional, a la autodeterminación y libertad de los pueblos, a la autonomía de los organismos multilaterales, a los tratados internacionales de control nuclear, medioambiental, al juicio universal a los crímenes y criminales de guerra, solidarios con los pueblos y movimientos sociales que luchan en contra del colonialismo, por su independencia y autodeterminación. Contrarios a los fundamentalismos de todo género y a las dictaduras de todo orden.

El Programa Democrático de Izquierda debe sustentar la transformación económica social a partir de la generación y convergencia de movimientos políticos y sociales, corrientes culturales que generen redes sociales, mayorías populares y convergencias democráticas, con libertades públicas, producción cultural, justicia social, igualdad y solidaridad, en el marco de una democracia participativa y una economía social solidaria.

Este es el componente de la lucha de ideas que corresponde llevar adelante para desafiar y confrontar la ideología neoliberal del continuismo, que en el Chile actual justifica o defiende una economía de la depredación y la acumulación, economía que necesita y sostiene una sociedad de la exclusión y la desigualdad, y una cultura política de oligárquicas y tecnócratas porque en ella se alimentan sus contravalores.

VOLVER A LA RAZÓN DE SER DE LOS SOCIALISTAS CHILENOS.

Tenemos que volver a la razón de ser de los socialistas. A los principios y valores históricos que nos hacen ser herederos legítimos de Salvador Allende. Nuestra historia es una historia heroica y no está allí para venderla al mejor postor liberal. Somos lo que somos, marxistas críticos, defensores de su carácter de partido de izquierda, popular, autónomo, democrático, latino-americanista y revolucionario. Nuestro sentido en la política es representar y defender los intereses populares desde la izquierda. Somos socialismo, somos pueblo y somos izquierdas.

Nuestro partido encarna en su historia un proyecto de transformación de la sociedad, la cultura y la economía en Chile. Y nosotros nos sentimos orgullosos de representarlo.

Esa sigue siendo la razón más importante y significativa de la vigencia del Partido Socialista y de lo que hoy denominamos su política allendista: proyecto popular, unidad del pueblo, democracia social participativa y protagónica. Es nuestra visión de la transformación socialista del mundo y del rol de la militancia socialista en la política lo que choca con las ideas liberales y con las personas o los grupos que les encarnan.

Se ha profundizado la crisis política y orgánica en el seno del Partido producto de estas contradicciones políticas y doctrinarias tan de fondo. Esta crisis de carácter político se intensifica por el uso de un estilo de dirección excluyente, que desprecia el juego democrático de tendencias y corrientes de ideas, e impone hegemonías en cargos y funciones en relación a la percepción de incondicionalidad que se tenga de los militantes. Prima más el sentido de control que el espíritu democrático y fraternal. Los militantes se sienten despreciados por sus actuales dirigentes. Ello no es ni el estilo ni el tipo de conducción política al que estamos acostumbrados los socialistas. Consecuencia de ello la democracia interna es mínima o inexistente.

El primer requisito de recomposición política y moral del Partido es la recuperación de la democracia interna. Un partido es democrático cuando dispone de una institucionalidad que garantiza los derechos de quienes son temporalmente minorías, cuando su institucionalidad permite condiciones para que las minorías puedan ser mayorías. Donde existe la cultura del respeto a la norma interna y que esta no depende del menú que interesa a quien ejerce control temporal de los cargos o instancias internas.

El XXVIII Congreso debe avanzar en fortalecer y perfeccionar la democracia partidaria para hacerla más y más transparente, participativa, colectiva e igualitaria en oportunidades de participación en las decisiones, dotada de instancias colectivas, independientes y autónomas de control, auditoria y evaluación de recursos, de bienes partidarios y también de los actos políticos y administrativos de quienes ejercen responsabilidades dirigentes, son mandatarios públicos o ejercen representaciones públicas. La democracia interna debe garantizar una institucionalidad sana y transparente, favorecer que las decisiones políticas de todo tipo sean adoptadas en las instancias que corresponde, de manera participativa e inclusiva, que ellas sean fruto de la discusión desde la base, eludiendo las negociaciones de cúpulas de lotes al margen de la institucionalidad partidaria.

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… los requisitos de recomposición política y moral del Partido son la recuperación de la democracia interna, volver al partido de ideas y sustituir el partido de funcionarios por el partido de militantes.

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El XXVIII Congreso debe impedir, por saneamiento ético, intentos de quienes busquen modificar disposiciones electorales internas si estas son hechas para favorecer la designación o imposición no transparente de instancias electorales de base, favorezcan y no sancionen las presiones y el uso de recursos públicos en municipios, oficinas parlamentarias, o de organismos públicos para realizar acarreos, presión electoral con plantillas, tráfico y compra de votos, y, en general, toda materia que favorezca o conduzca al fraude electoral interno.

La democracia partidaria se juega en la base, de allí la obligación de volver a los núcleos y favorecer el fortalecimiento de las instancias seccionales y comunales. Allí se deben concentrar los recursos, los bienes partidarios, los esfuerzos de formación política y el inicio de cualquier proceso de definición política o de generación de mandatarios y dirigentes. Ese principio servirá, también, una forma de impedir que quienes sean candidatos a cualquier instancia simulen u oculten su identidad socialista en las campañas electorales, pero que si se sirvan del partido, de sus recursos, de su orgánica y de su prestigio para que una vez electos no estén dispuestos a rendirle cuentas o ponerse a disposición de las instancias regulares, muy por el contrario, llegar incluso a desconocerlas y/o a manipularlas. Es necesario exigir el cumplimiento de la norma que impide desde ahora más de dos periodos como mandatario o parlamentario.

La falta de democracia interna y evaluación partidaria de la base a las direcciones superiores es la causa que en el seno del partido coexistan dos proyectos y dos culturas de militancia.

El partido de militantes versus el partido de funcionarios. Son dos concepciones de militancia. Nosotros, por formación apreciamos la institucionalidad del partido, respetamos la democracia interna, tenemos vocación de trabajo en la base. Acatamos los acuerdos adoptados en los niveles institucionales.

Los que ya no aprecian las ideas socialistas y aprecian más las ideas liberales desprecian el partido y su base. Se rodean de operadores que dedican a comprar militantes, que abusa de las necesidades personales y familiares de los militantes pobres y transforma sus necesidades en pasto del clientelismo, en consecuencia, más que contribuir a levantar el estado moral de la nueva militancia o los nuevos inscritos o nuevas fichas, dedican sus esfuerzos a crear contraejemplos de militancia socialista, a infundir contravalores, a legitimar una anti-mística socialista y justificar una disposición a las pegas, a las expectativas de cargos o a la prebenda. Eluden la democracia interna. Privilegian formas de funcionamiento orgánico basadas en fichar a clientes más que militantes, acarrearlos para las elecciones internas y los eventos. Son éstas prácticas las que vacían de ética y decencia la política de los socialistas, contribuyen al desprestigio del partido y a la pérdida de confianza entre los trabajadores y el pueblo.

Necesitamos democratizar el partido, tanto como volver al partido de las ideas. El partido debe volver a ser un partido de militantes, un partido en el que cada socialista lo sienta su hogar, se sienta parte de una casa común donde puede llegar, ser acogido y escuchado.

Superar este estado actual de cosas requiere reconocer que necesitamos renovar nuestro compromiso de lealtad a los principios y a los valores históricos del socialismo chileno, requiere de voluntad unitaria, generosidad unitaria, recuperar el temple del compromiso revolucionario de los socialistas. Requerimos de un gran consenso por la base, para seguir avanzando en proyectar la herencia política y moral del Presidente Allende y honrar la memoria de nuestros mártires.

Ese es el desafío histórico que nos convoca a nosotras las mujeres, y a los hombres y jóvenes que constituimos el pasado, el presente y el futuro del socialismo chileno.

Llamamos a todos los militantes que comparten ideas y valores socialistas a desarrollar iniciativas de unidad por la base, de manera inmediata. A enfrentar las tareas del XXVIII Congreso con la serenidad y la certeza que nuestras ideas socialistas tienen la razón histórica y que nos corresponde el honor de defenderlas y desarrollarlas como un patrimonio a las nuevas generaciones. Llamamos a sumar esfuerzos, desde la base, en todo el país, de manera participativa y protagónica, en el respeto a la democracia partidaria de los socialistas chilenos, sin afanes caudillistas.

En el año del centenario del natalicio del Presidente Allende llamamos a transformar el XXVIII Congreso General y las Elecciones internas de Abril del 2008 en la oportunidad de recuperar el Partido Socialista para la lucha por la democracia y el socialismo.

NUESTRA FUERZA RADICA

EN NUESTROS PRINCIPIOS.

Carlos Moya Ureta. (Puente Alto) Roberto Ávila – (Cerro Navia)

Arturo Barrios A.(San Jose de Maipo)

Lautaro Videla S. (Macul) Sergio Salazar S. (San Miguel)

Miguel Morales (Santiago)

Patricia Herrera E. (Cerrillos) Marco Cárdenas – (Cerro Navia)

Claudio Perez D. (Santiago)

Mina Sepúlveda E. (San Felipe) Fernando Hidalgo O. (Maipú)

Julian Alcayaga (Santiago)

Guillermo Mancilla G. (Pto. Aysén) Freddy Guzman (Iquique)

Rodrigo Loyola A. (Independencia)

Rodrigo Mundaca G. (La Florida) German Rojas (Linares)

Juan Sebastian Vielmas C.P. JS

Sergio Monsalve V. (Curicó) Jorge Marin (Est. Central)

Armando Gonzalez (Cerro Navia)

Fernando Joignant M. (San Miguel) Jorge Rosell (Venezuela)

Marcela Escobar Ch. (Cuba)

Francisco Fuentes N. (Valparaíso) Pedro Ortiz (Cerro Navia)

Carlos López (Alto Hospicio)

Leonardo Salinas (JS) Ñuñoa Paulina Vodanovic (Ñuñoa)

Gabriel Salinas (San Ramón)

Héctor González G. (Conchalí) Vladimiro Paredes (Quilpué)

María Salinas C. (Pica)

Victoria Osorio (Maipú) Enrique Morales (La Pintana)

Francisco Osorio (Santiago)

Juan Iturrieta G. (San Ramón) Soledad Cartes (Lo Prado)

Pedro Polanco P. (Pozo Almonte)

Hugo Arce Á. (Puente Alto) Omar Mollo A. (Huara)

Maria Castellu (Alto Hospicio)

Luis Hurtado (Cerro Navia) Guillermo Pulgar (Lo Prado)

Rodrigo Gonzalez (JS Santiago)

Gastón Pérez B. (Talcahuano) Javier Oyarzún O. (Paillaco)

Abigail Chacón O. (Maipú)

Julio Cortés A. (Papudo) Guido Bravo B. (Santiago)

Yandira Lopez C. (Alto Hospicio)

Ricardo Klapp Sta Cruz (Pte. Alto) Freddy Urbano A. (Lo Espejo)

Wilfredo Munizaga G. (Monte Patria)

Pedro Ferreira R. (Mejillones) Roberto Cardenas (Lo Prado)

Fidias Alexopulos (JS Santiago)

Nicolás Olivera R. (San Miguel) Marcos Pavez O. (Illapel)

Mario Labrín D. (Malloa)

Margarita Lobos G. (Lebu) Patricia Zúñiga B. (San Miguel)

Fresia Vera F. (San Pedro de la Paz)

Ruth Antillanca N. (Conchalí) Teresa Riveros B. (La Florida)

Mary Lincoleo R. (Recoleta)

Gabriela Salazar L. (La Granja) Marta Molina A. (Monte Patria)

Lorena Moya L. (San Miguel

Antonia Ruz O. (San Ramón) Juan Aravena M.(Pte. Alto)

Nelly San Martín C. (Maipú)

María José Barrios B. (Vallenar) Mónica Labarca S. (San Miguel)

Morelia Castillo P. (San Joaquín)

Patricia Pérez Z. (Puente Alto) Silvia Zúñiga S. (Conchalí)

Jacqueline Paz C. (Pto. Montt)

Perla Díaz A. (Lampa) Marcelo Avendaño V. (Chillán)

Alberto Gálvez M. (San Ramón)

José Contreras J. (San Ramón) José Antonio Jerez B. (Temuco)

Hugo Cárdenas L. (Conchalí)

Raúl Aguilera R. (El Bosque) Rolando Ríos G. (Pte. Alto)

Mirta Montoya O (Recoleta)

Juan Vargas C. (Peñalolén) Néstor Ramírez V. (Pte. Alto)

Alberto López A. (Pte. Alto)

Marco Valdebenito Z. (Peñalolén) Sergio Calderón L. (Illapel)

Esaú Zamora M. (Padre Hurtado)

Manuel Verdugo C. (Vallenar) Victor H. Varela A. (Pte. Alto)

Guillermo Ferreira D. (Mejillones)

Eduardo Morales F. (La Florida) Jimmy González A. (Llay-Llay)

Orlando Melo I. (Colina)

Fernando Oyarce D. (Pte. Alto) Carlos López C. (Alto Hospicio)

Eduardo Morales A. (La Florida)

Marco Montecinos G. (Coyhaique) Luís Leopoldo M. (Pto. Aysén)

José Cerda H. (Pte. Alto)

Yezid Navarro G. (Pta. Arenas) Raúl Naíl V. (Concepción)

Pedro Paredes L. (Pto. Natales)

Juan Guajardo O. (Pte. Alto) José Valdenegro M. (Valparaíso)

Hugo Muñoz M. (Pta. Arenas)

Eduardo Quiñones Q. (Constitución) Bernardo Neira B. (Lota)

Marcelino Collio C. (Lo Espejo)

Luis Solís V.(Osorno) Luis Mundaca S. (San Miguel)

Rodrigo Troncoso S. (La Granja)

Cristian Mundaca G. (La Florida) Nelson Soto S. (Chillán)

Ramón Carrión E.(Pta. Arenas)

Jaime Aguilar C. (Pta. Arenas) Jorge Espinoza A. (La Serena)

Raúl Palacios A. (JS. Pte. Alto)

Gabriel Montaña O. (Pta. Arenas) Sergio Solís A. (Pte. Alto)

Julio Delgado M. (Pta. Arenas)

José Cárcamo P. (Las Condes) Luis Marambio Q. (Alto Hospicio)

Guillermo Durán G. (Pudahuel)

Collet Doisi (Renca) Pamela Vergara (JS USACH)

Eduardo Ávila ( JS U. de Chile)

José Miguel Canihuante ( Pte. Alto) Hernán Albornoz (Lo Espejo)

Luís Lopéz (Quinta Normal)

Carlos Salinas ( San Ramón) Santiago Martinez (Valdivia)

Mariana Meza ( San Ramón)

Sergio Uribe ( Osorno) Luis Madariaga (San Ramón)

Wilfredo Fuentes P.(Independencia)

José Ortega ( Cerro Navia) Franklin Mundaca (Ovalle)

Carlos Pino (Huachuraba)

Maritza Carcomo(San Ramón) Paulina Bello (Ñuñoa)

Claudia Saéz (Vitacura)

Nicolás Farias (JS Usach ) Geraldine Portus (Peñalolen)

Ivan Ramirez (Ovalle)

Victor Gonzalez (Curanilahue) Iván Peréz ( San Pedro de la Paz)

Soledad Vergara (Pte. Alto)

Francisco Zaldundo (JS Santiago) Madiana Huerta (Providencia)

Juan Francisco Castillo (La Florida)

Salvador Muñoz (JS La Reina) Raúl Castillo (Ñuñoa)

Esteban Silva (Pdte Regional América – Perú)

Si desean adherir a este documento deben enviar un correo con sus datos: Nombre, Apellidos y Comunal donde militan.


[1] Observaciones hechas por los patrones a la petición de los obreros y medios excojitados para mejorar la condición de estos y afianzar la correcta marcha de la Industria salitrera. Tomado de: Reyes N., Enrique, (s/f) El desarrollo de la conciencia proletaria en Chile. El ciclo salitrero, pág. 192, Editorial Orbe – Universidad del Norte, Talleres Gráficos Hispano-Suiza, Santiago, 211 pgs.



LA FUERZA DE LAS IDEAS

PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE.
Socialistas de Izquierda, Socialistas como Allende.
ABRIL 2007.

ALLENDE, LA FUERZA DE LAS IDEAS.
UNIDAD DEL PUEBLO, CAMBIO DEMOCRÁTICO, SOCIALISMO.

“…el hombre del siglo XXI debe ser un hombre con una concepción distinta, con otra escala de valores, un hombre que no sea movido esencial y fundamentalmente por el dinero, un hombre que piense que existe para la fortuna una medida distinta, en la cual la inteligencia sea la gran fuerza creadora”

Salvador Allende Gossens.

1.- Anticipando el comienzo de las actividades de conmemoración del centenario del natalicio del Presidente Salvador Allende, las y los SOCIALISTAS DE IZQUIERDA, SOCIALISTAS COMO ALLENDE, reunidos en jornada de reflexión política ratificamos nuestra lealtad incondicional a la herencia política y moral del Presidente Allende y a los principios históricos del Partido Socialista de Chile, en cuanto constituyen la expresión política de los y las trabajadores manuales e intelectuales que aspiramos a una sociedad socialista.

2.- Defendemos su carácter de partido de izquierda, popular, autónomo, democrático, latinoamericanista y revolucionario. Adherimos a los principios del marxismo crítico, como método de interpretación de la realidad histórica, económica y social, enriquecido y rectificado por la lucha libertaria de los pueblos, el desarrollo de la cultura, el avance de la ciencia y el devenir social, como nos lo legaran nuestros fundadores.

3.- Impulsamos la construcción democrática de mayorías sociales y electorales que hagan posible el proyecto de transformación profunda, en justicia e igualdad social, que encarna nuestro partido, orientado a establecer en Chile y en América Latina la construcción del socialismo, como superación de la pobreza, la ignorancia , la explotación y las desigualdades que genera el capitalismo globalizado y el neoliberalismo. El socialismo se construirá como un proceso sustentado en los cimientos de los valores plurales del humanismo socialista, de una democracia participativa y protagónica, en el respeto de los derechos humanos, económicos y sociales, en el marco de una economía social y solidaria, y de una ciudadanía plural en el conocimiento.

4.- Mantenemos en alto las banderas históricas del antiimperialismo. Condenamos toda forma de neo-imperialismo, del terrorismo tecnológico, del militarismo expansionista, del extremismo ideológico ultraconservador, que amenaza la paz, la libertad y la integración solidaria de los pueblos. Se trata de un imperialismo contrario al derecho internacional, a la autodeterminación y libertad de los pueblos, a la autonomía de los organismos multilaterales, a los tratados internacionales de control nuclear, medioambiental, al juicio universal a los crímenes y criminales de guerra.

5.- Solidarizamos con los pueblos y movimientos sociales que luchan en contra del colonialismo, por su independencia y autodeterminación. Nos declaramos partidarios de nuevas instituciones multilaterales reconstituidas en los principios de un derecho solidario, la justicia internacional, y en el reconocimiento de las nuevas doctrinas democráticas. Nos declaramos parte del movimiento planetario de mujeres y hombres libres que aspira a una transformación sistémica que asegure la paz, la justicia social y económica, el comercio justo, entre países, naciones y seres humanos y los valores de la solidaridad, la diversidad, la tolerancia, la pluralidad y la integración.

6.- Respaldamos y solidarizamos activamente con los nuevos procesos revolucionarios en nuestra América Latina en vía al socialismo, que encabezan Venezuela, Bolivia y continúa en otros países como Nicaragua y Ecuador, y que acompañan a la Cuba heroica, socialista y de mujeres y hombres libres. Se trata de proyectos fundados en sus realidades nacionales, conducidos por sus propios movimientos sociales y políticos y que nos parecen inspirados en las concepciones de transformación democrática, de mayorías populares y electorales, y de construcción desde la base de poder popular, propuestas para Chile por Salvador Allende. Tres décadas después, la historia revolucionaria de América Latina le hace justicia a la herencia política de Salvador Allende.

Esta nueva realidad social y política alienta la integración bolivariana de los pueblos. No es la integración hegemónica de la uniformidad impuesta por el discurso del neoliberalismo transfinanciero bajo la hegemonía política y militar de los Estados Unidos y defendida en Chile por la derecha pinochetista y los liberales de la Concertación y la Cancillería chilena. Por el contrario, se trata de la nueva integración de pueblos en el ideal bolivariano, como un signo concreto de la re-escenificación en el continente de la dignidad y alteridad de los principios de igualdad, solidaridad en la vida, justicia social, reparación histórica, libertad. Ideas poderosas que alientan el proyecto de autodeterminación, independencia cultural y política, e integración latinoamericana.

7.- El proceso de reconstrucción democrática bolivariana está fundado en cimientos de nuevas Constituciones Republicanas, generadas por Asambleas Constituyentes, sustentadas en las voces de quienes fueron históricamente excluidos por sus oligarquías nacionales. Muy diferente a lo ocurrido en Chile, donde, inspirados en las “reformas de los cuñados”, el gobierno liberal de Ricardo Lagos se esmeró por cambiarle el color del barniz a la Constitución ilegítima de 1980. Esa cosmética mantuvo intacto sus fundamentos autoritarios y neoliberales, una institucionalidad oligárquica y antidemocrática. Este hecho terminó por reforzar la alianza entre el antiguo civilismo pinochetista con una nueva clase política cooptada por el mundo de los negocios, abandonada a la adoración tardía de las ideas liberales. Es el abandono al proyecto de reconstrucción de una República decente, necesaria, entonces, a la salvaguarda de intereses oligárquicos, el modelo económico neoliberal, el saqueo al Estado chileno, la impunidad por los crímenes de la dictadura, y la protección de los intereses del hegemonismo transfinanciero.

8.- Llegó la hora, de la necesidad impostergable, de convocar al conjunto del pueblo, en una reconstruida unidad de las fuerzas verdaderamente democráticas, a construir Constituyentes democráticas, Comuna por Comuna, para generar desde la base social, una ASAMBLEA CONSTITUYENTE que nos dote de una Constitución representativa y legítima. No sabemos cuan larga y difícil puede ser esta lucha, pero es la única forma de terminar con el actual régimen jurídico institucional que ampara la exclusión, privilegios y corrupciones. La decadencia del pacto de gobernabilidad del civilismo pos-pinochetista y los sectores liberales de la Concertación son un freno al desarrollo democrático del pueblo chileno y a su bienestar.

9.- Esto hace imperativo recuperar el partido para los socialistas. Es más necesario que nunca, en el Chile de hoy un Partido Socialista desde su identidad de partido de la transformación social. No podrá haber transición en Chile si el Partido Socialista no asume un protagonismo de nuevo tipo en la construcción de una República verdaderamente democrática. Un Partido Socialista que inspire y conduzca alianzas cada vez más amplias hacia el mundo popular, que permitan terminar la herencia pinochetista intervenir y superar, en su especificidad, el modelo capitalista del pos-pinochetismo, así como sus instituciones y privilegios transferidos e impuestos como condiciones de vida y de ciudadanía económica y social a todos los chilenos.

10.- Conscientes, que estamos ante un desafío histórico, que exige a los militantes socialistas una generosa y amplia voluntad unitaria, LOS SOCIALISTAS DE IZQUIERDA, SOCIALISTAS COMO ALLENDE, nos declaramos disponibles para fortalecer las iniciativas de convergencia unitaria, de manera inmediata, desde la base, en todo el país, de manera participativa y protagónica, en el respeto a la democracia partidaria de los socialistas chilenos, sin afanes caudillistas. Invitamos a todos los socialistas que, cómo nosotros, creemos en los principios históricos de nuestro partido y en la herencia política y moral del Presidente Allende a unirnos en una sola voz, en una sola idea, en una sola fuerza, capaz de recuperar el partido y reinstalar en la sociedad chilena su proyecto de transformación histórica. Esta es la razón más importante y significativa de la vigencia del Partido Socialista.

SUSCRIBEN

• Carlos Moya Ureta (Los Vilos)
• Lautaro Videla Stefoni (Macul)
• Patricia Herrera Escobar (Cerrillos)
• Mina Sepúlveda Espinoza (San Felipe)
• Patricia García Mora (Concepción)
• Anita López P. vda. de Bahamondes (P. Arenas)
• José Ibáñez Barrales (Pedro Aguirre Cerda)
• Osvaldo Cazanga Moncada (Santiago)
• Francisco Reyes Álvarez (La Serena)
• Pedro Ferreira Rojas (Mejillones)
• Guillermo Mancilla Gómez (Puerto Aysén)
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• Rodrigo Mundaca Gómez (La Florida)
• Sergio Monsalve Vergara (Curicó)
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• Fernando Joignant Muñoz (San Miguel)
• Francisco Fuentes Núñez (Valparaíso)
• Héctor González González (Conchalí)
• Juan Iturrieta González (San Ramón)
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• Julio Cortés Aravena (Papudo)
• Ricardo Klapp Santa Cruz (Puente Alto)
• Freddy Urbano Astorga (Lo Espejo)
• Wilfredo Munizaga García (Monte Patria)
• Nicolás Olivera Reyes (San Miguel)
• Marcos Pavez Oliva (Illapel)
• Mario Labrín Donoso (Malloa)
• Margarita Lobos Gutiérrez (Lebu)
• Fresia Vera Freire (San Pedro de la Paz)
• Patricia Zúñiga Barrios (San Miguel
• Ruth Antillanca Nequimau (Conchalí)
• Teresa Riveros Basoalto (La Florida)
• Cristina Almonacid Collins (Valparaíso)
• Mary Lincoleo Rojas (Recoleta)
• Nelly San Martín Cifuentes (Maipú)
• Gabriela Salazar Lagos (La Granja)
• Victoria Osorio Jara (Maipú)
• Marta Molina Aguilera (Monte Patria)
• Lorena Moya Labarca (San Miguel
• María T. Valdebenito Ruz (San Ramón)
• Antonia Ruz Ortiz (San Ramón)
• Delmira Suazo Fuentealba (Coronel)
• Beatriz Alcalde Montes (Quilpue)
• Victoria Ibañez Ovando (P. Aguirre Cerda).
• María José Barrios Barrios (Vallenar)
• Mónica Labarca Sanseloni (San Miguel)
• Morelia Castillo Pérez (San Joaquín)
• Mirta Montoya Olivares (Recoleta)
• Yolanda Yáñez Martinez (San Antonio)
• Marcelina Sepúlveda Paillalef (Temuco)
• Patricia Pérez Zúñiga (Puente Alto)
• Carmen Vera Maturana (Valparaíso)
• Graciela Jiménez Aguilera (Viña del Mar)
• Jeannette Vergara Torres (Peñalolén)
• Silvia Zúñiga Santander (Conchalí)
• Jacqueline Paz Cabrera (Puerto Montt)
• Perla Díaz Alcocer (Lampa)
• Delmira Cimino González (Quilpué)
• Elizabeth Meza Montecinos (Chanco)
• Marcelo Avendaño Vera (Chillán)
• Alberto Gálvez Muena (San Ramón)
• Pedro Paredes Leiva (Puerto Natales)
• Mario Pizarro Hinestroza (Temuco)
• Helio Gálvez Navarrete (San Ramón)
• Mario Wevar Negrón (Puerto Montt
• José Contreras Jara (San Ramón)
• José Antonio Jerez Burgos (Temuco)
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• Orlando Melo Inostroza (Colina)
• Juan Vargas Cisternas (Peñalolén)
• Néstor Ramírez Venegas (Puente Alto)
• Raúl Naíl Vargas (Concepción)
• Alberto López Acuña (Puente. Alto)
• Jimmy González Acevedo (Llay-Llay)
• Marco Valdebenito Zanzana (Peñalolén)
• Sergio Calderón Lizama (Illapel)
• Esaú Zamora Moreno (Padre Hurtado)
• Juan Aravena Mondaca (Puente Alto)
• Rolando Ríos Gómez (Puente Alto)

• Manuel Verdugo Cubillos (Vallenar
• Jorge Lincoleo Rojas (Recoleta)
• Guillermo Ferreira Díaz (Mejillones)
• Victor Hugo Varela Avaria (Puente Alto)
• José Cerda Herrera (Puente Alto)
• Eduardo Morales Fernández (La Florida)
• Fernando Oyarce Díaz (Puente Alto)
• Carlos López Cáceres (Alto Hospicio)
• Eduardo Morales Alvarado (La Florida)
• Marco Montecinos Gallardo (Coyhaique)
• Yezid Navarro González (Punta Arenas)
• Juan Guajardo Orrego (Puente Alto)
• Hugo Muñoz Muñoz (Punta Arenas)
• Luís Leopoldo Mansilla (Puerto Aysén)
• Eduardo Quiñones Quiñones (Constitución)
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• Patricio Pereira Contreras (Curicó)
• Víctor Rivera Véliz (Mejillones)
• Nelson Laporte Sanchez (Curicó)
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• Raúl Palacios Auspont (Puente Alto)
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• Jaime Aguilar Cárdenas (Punta Arenas)
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• Julio Delgado Márquez (Punta Arenas)
• José Cárcamo Pérez (Las Condes)
• Luis Marambio Quiñones (Alto Hospicio)
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• Mario Montesino Parra (Linares)
• Guillermo Durán González (Pudahuel)

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