SOCIALISTAS DE IZQUIERDA, SOCIALISTAS COMO ALLENDE


MESA DE IZQUIERDA DEL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE
agosto 29, 2007, 7:39 am
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DECLARACION PUBLICA

El pasado Sábado 18 de Agosto en la sede de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) se reunió un significativo número de dirigentes y militantes del Partido Socialista de Chile quienes en una jornada de reflexión que duró todo el día, acordaron lo siguiente:

1.- Quienes suscribimos la presente declaración hemos concordado impulsar un proceso de unidad por la base de los socialistas reunidos y convocados en la Mesa de Izquierda, para construir una mayoría militante en torno a la recuperación de la identidad histórica del Partido Socialista.

Nos unimos y concertamos para recuperar su conducción y su política y ponerla al servicio de los intereses de los trabajadores y los humildes de Chile. Para impulsar la construcción, entre todos, de un proyecto político de transformación histórica, ─ de carácter económico-social, cultural y de su régimen político ─, basado en el patrimonio de ideas y valores históricos del socialismo chileno, en los fundamentos de la democracia verdadera, en los principios de una economía social y solidaria, y en torno a las enseñanzas que aporta a las generaciones actuales de chilenas y chilenos jóvenes el legado moral, político y militante del Presidente Allende.

2.- Que el problema central que aqueja a nuestra sociedad en el ámbito político y social es que se continué aplicando y profundizando el modelo económico neoliberal impuesto por la dictadura militar.

Este modelo implica que el 79% de los trabajadores chilenos tengan remuneraciones de menos de 300 mil pesos mensuales, que el sueldo mínimo se fije en un miserable 144 mil pesos mensuales y que otros 843 mil compatriotas vivan con menos de 550 pesos diarios mientras las familias Lucsic, Matte y Angellini entran al superclub de los millonarios a nivel mundial.

3.- Que se hace imperioso convocar a una Asamblea Constituyente que proponga una nueva constitución al país que nos permita vivir en una auténtica democracia y en la cual no quede garantizada a nivel constitucional la política económica neoliberal.

4.- Que es un deber patriótico y un imperativo económico proceder a la renacionalización del cobre y de las otras riquezas naturales con que cuenta nuestro país. Igualmente las gigantescas riquezas provenientes del mayor precio del cobre deben invertirse en Chile y no quedar a disposición de las transnacionales a ínfimos intereses anuales.

5.- Que se debe impulsar una educación pública, laica, democrática y gratuita que ponga fin al mercado de la educación y al concebir esta como una mercancía.

6.- La reforma previsional debe contener un auténtico cometido de protección social por lo cual se debe cuando menos crear una AFP estatal, poner atajo a los abusos de las AFP y poner límite a las inversiones de los fondos previsionales en el exterior.

7.- La política exterior de nuestro gobierno debe considerar una integración autentica con América Latina y los procesos sociales y políticos actualmente en curso y se debe tomar distancia de las políticas agresivas u hegemónicas que promueve el Imperio norteamericano. Valoramos especialmente el proceso revolucionario actualmente en curso en Venezuela, la resistencia cubana al imperialismo y los procesos de Bolivia, Ecuador y Nicaragua.

8.- Instamos al gobierno de la presidenta Michelle Bachelet a poner término a los compromisos con el modelo neoliberal y a impulsar una economía solidaria y democrática que ponga fin a las enormes y crecientes desigualdades que se incuban en nuestro país. Mantener la actual línea de administración del modelo neoliberal pone a nuestro conglomerado en serio riesgo de sufrir derrotas electorales severas en el futuro próximo.

9.- Se ha hecho pública la convocatoria al Congreso General Ordinario y a elecciones internas. Esta doble convocatoria es propicia para promover una discusión amplia y profunda sobre el destino político del partido y de su proyecto histórico, justo en el año que se cumple el Centenario del Natalicio del Presidente Allende; ocasión también propicia para reinstalar su ideario político, el sentido histórico y las realizaciones del Gobierno Popular, para extender la educación política en las ideas y el proyecto del socialismo.

10.- Llamamos a los militantes socialistas a redoblar la voluntad unitaria, a politizar el debate, a reorganizar la base en núcleos, a recomponer el trabajo colectivo y la solidaridad entre los militantes y simpatizantes, a abrir el partido al pueblo y a las organizaciones sociales, a constituir Mesas de Izquierda en cada Comunal del Partido, en todo Chile, sin lógicas de grupo o de tendencias, sin exclusiones ni sectarismos de ningún tipo. Teniendo como norte la unidad de anhelos y sueños entre los chilenos que viven de su trabajo y el socialismo chileno.

11.- En lo inmediato apoyamos la movilización contra el neoliberalismo y la desigualdad promovida por la CUT para el próximo 29 de Agosto.

Mesa de Izquierda

Corriente de Ideas

Mega de los Pobres – Socialistas como Allende

Socialistas de Izquierda – Los Socialistas



agosto 28, 2007, 6:11 am
Filed under: Blogroll, General

“Los problemas de la miseria y de la esclavitud no terminarán mientras tanto la clase obrera se resigne a sufrir la actual organización social.
Nacionalicemos las industrias extractivas. Nacionalicemos las minas del carbón, las salitreras, los bosques, el cobre, la agricultura y procedamos a que toda la industria nacionalizada sea administrada bajo el control de comisiones nombradas por el gobierno o las municipalidades respectivas.
Nacionalizar las industrias como están nacionalizados los ferrocarriles, correos, etc., y la administración en manos de los mismos obreros; este es el único remedio al mal de la esclavitud y la miseria …
Si Chile es de los chilenos, que sea de verdad; que sea para todos y no para unos pocos privilegiados que se vuelven déspotas y tiranos.”

LUIS EMILIO RECABARREN S.
Diario El Socialista, Antofagasta – 11 de Agosto de 1920



MESA DE IZQUIERDA – PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE.
agosto 10, 2007, 6:44 am
Filed under: Blogroll, General

 

                           CONVOCATORIA

LA MESA DE IZQUIERDA DEL PARTIDO SOCIALISTA CONVOCA A UNA JORNADA DE REFLEXION A REALIZARSE EL SABADO 18 DE AGOSTO DEL 2007 EN EL SALON DE ACTOS DE LA CUT UBICADA EN ALAMEDA Nº 1346 DESDE LAS 10 HRS.

LOS TEMAS QUE PROPONEMOS A TRATAR, Y QUE HAN SIDO SUGERIDOS POR LAS CORRIENTES QUE CONFORMAMOS ESTA MESA, SON LOS SIGUIENTES:

1.- ANALISIS DE LA SITUACION INTERNA DEL PARTIDO.

2.- POLITICA NACIONAL:

a.- Renacionalización de nuestras riquezas básicas

b.- Asamblea Constituyente

c.- Creación de un Frente Antineoliberal

d.- Un verdadero transporte público para la región Metropolitana

e.- Apoyo a las movilizaciones sociales

3.- POLITICA INTERNACIONAL.

a.- Rechazo a los TLCs.

b.- Reinserción del PS a nivel Latinoamericano.

ESPERAMOS CONTAR CON TU PRESENCIA, EN UN AMBIENTE DE FRATERNIDAD Y CAMARADERIA SOCIALISTA.

                                        MESA DE IZQUIERDA

  Socialistas                     Mega                        Los                   Socialistas

 de Izquierda          de los Pobres          Socialistas              como Allende

                                      Corrientes de ideas



LA INTEGRACIÓN GENUINA LATINOAMERICANA
agosto 5, 2007, 3:49 am
Filed under: Blogroll, NUESTRA PATRIA GRANDE, POR UN SOCIALISMO DE IZQUIERDA

A PESAR DE LAS FRONTERAS:
LA INTEGRACIÓN GENUINA
LATINOAMERICANA
Carlos Moya Ureta

Introducción: en camino hacia la integración genuina
Sería muy difícil ocultar que en el Chile de hoy existen mu-
chos obstáculos al desarrollo de los principios de la integración
genuina. El matrimonio entre una oligarquía política que resulta
ser un híbrido de postpinochetismo y liberalismo social
concertacionista que se reproduce a sí misma desde una institucio-
nalidad excluyente heredada, y una oligarquía financiera, que se
reproduce, también, ella, en los meandros del modelo neoliberal,
favorecen un tipo de integración de corte mercantil, los tratados de
libre comercio y un tipo de integración en el sentido de los nego-
cios y el libre tránsito de capitales y productos.
Nuestro esfuerzo se ha dedicado, entonces, a contradecir a es-
tos fenicios subdesarrollados del Sur, buscando acrecentar la co-
munidad de personas que dialoga y reflexiona en torno a la inte-
gración genuina y la superación de las fronteras. Ello nos pone en
la perspectiva de tejer nuevos compromisos en los valores de una
integración de pueblos y de expresiones culturales. Entendemos
que enfrentamos un proceso de re-alfabetización bolivariana, y
con la modestia de quienes estamos en situación de aprendizaje
nos proponemos familiarizarnos y con ello familiarizar a segmen-
tos cada vez mayores del pueblo chileno y de sus organizaciones
con los ejes problemáticos y valóricos de la integración regional
genuina, y, en consecuencia, sensibilizar en la dirección de una
cultura de la integración y consensuar propósitos y acciones de
integración regional desde la base social organizada. Apostamos a
que la Cordillera de Los Andes no será nunca tan alta como para
impedir que el viento de la historia que sopla en América Latina
de nuevo a favor de los pobres sople en Chile, también, a favor del
cambio social y de la integración latinoamericana. Nos sentimos,
legítimamente, parte de esta mayoría continental que vivencia
nuevas instancias de diálogo intercomunitario desde la perspecti-
va y las lógicas de los pueblos en la búsqueda constante de acre-
centar identidad y ciudadanía bolivariana.

A pesar de las fronteras

La idea de superación de las fronteras, como horizonte posi-
ble, en camino a la integración, hizo inevitable, entre quienes so-
mos parte de la convocatoria de integración genuina, la imagen de
esos muros de infamia que se construyen un poco por todos lados
como significantes de la segregación y la exclusión. No solo esos
muros “literales”, como el que construye y construye Estados Uni-
dos en su frontera sur, o el que construye y construye Israel en los
territorios ocupados de la Palestina, o el que construye y construye
por cientos y cientos de kilómetros en la arena la monarquía me-
dieval de Marruecos para proteger su rapiña en los territorios ocu-
pados al pueblo Saharahui, también, los muros contra los que cho-
can las pateras en la media luna del Atlántico y el Mediterráneo.
Hace un siglo, y también antes, navíos provenientes de Europa
lanzaban oleadas de hambre sobre las costas de América, hoy, Eu-
ropa contiene las oleadas de hambre que golpean su antejardín.
Están los muros intra polis, muros de intolerancia, xenofobia y
miedo al otro. Suerte de autogethos, fortificaciones en torno a sus
propios miedos. Josué de Castro, pensador universal, de origen
brasileño, en su Libro negro del hambre(1) enseñaba que nuestras
sociedades están escindidas en dos grupos, el de los que no duer-
men porque no comen, y el de los que no duermen por temor a los
que no comen. Esta metáfora social de Josué de Castro es aplica-
ble a cada una de las situaciones de getho y exclusión: la de quie-
nes empujan con la fuerza de la historia sus ansias de libertad, y los
que pretenden detenerlas, poco importa si con cemento y arena.
Entonces, parafraseando a Josué de Castro, diremos que, están, los
que no duermen porque sueñan, y, están, los que no duermen por
temor a los que sueñan.
Que idea más poderosa es aquella que convoca a transgredir, a
subvertir los muros infamantes. Cuando hablamos de integración
todas las ideas y todas las formas de inutilizar los muros son posi-
bles: abrirse paso, tallar pasajes, perforar, escalar, socavar, rodear-
los, como sea, pero para convertirles en muros islas, en testimo-
nios escultóricos de la estupidez, también en vestigios de domina-
ción. Eso es lo que han construido los nacionalismos estrechos en
América Latina en los últimos dos siglos, muros de todo orden;
esas son las fronteras que protegen, minan, aduanizan, delimitan;
ese fue el gran botín que ganaron las oligarquías conservadoras a
la salida de la Independencia, su derecho a imponer las guerras de
fronteras. E impusieron cuanto expansionismo, militarismo o im-
perialismo se les antojó, fuera y dentro de sus países. Por ello,
nadie puede habilitar a las plutocracias para conducir la “unidad
en la diversidad” de América. Ellos son hijos de las viejas inercias
expansivas, se alimentan de antiguos rencores, prefieren sembrar
de minas antipersonas que iluminar los caminos que durante miles
de años caminaron los hijos del Tawantinsuyo, y, sin embargo, la
paradoja, en pleno siglo XXI no dejan de lado su servilismo al
Imperio.
El primer gesto de todos es resistir a la idea de eliminar las
fronteras. Es un miedo cultivado generación tras generación,
como un miedo a la ocupación. Resulta insólito que aún suceda
que gobiernos se dediquen a fabricar coartadas a su mediocridad
de gobernantes con problemas de fronteras. Todo aquel que hable
de unidad en América Latina y al mismo tiempo imponga las deli-
mitaciones de frontera como condición no puede ser considerado
un actor legitimado a la hora de avanzar hacia una integración ge-
nuina pero lo mismo debe ocurrir para quienes no trabajen día a
día para borrarlas. Por eso, la integración genuina, es un proceso,
proceso que debe ser definido como una obra histórica, respecto
de la cual nunca más lleguemos a decir que será obra de ésta gene-
ración. No, esta podrá ser como una marcha, que no se acabe nun-
ca para que no nos impidamos mirarnos a los ojos, conversar, to-
carnos, emocionarnos juntos, reconocernos, olernos. Porque esa
será la única oportunidad para que un día, tal vez los que vienen
después de nosotros, puedan sentarse a leerse poesía. En fin, que
no nos quitemos las ganas de construir en cada recodo del camino
posadas, muchas posadas, para que dilatemos lo más posible la
edificación de la ciudad común. Esta es la nueva oportunidad que
nos da la historia de construir patria continente.

Marco general de los procesos de integración

¿Cuál es el contexto histórico en el que se sitúa nuestra re-
flexión sobre integración alternativa?
En primer lugar, el actual gobierno norteamericano ha
reinstalado una versión remozada del imperialismo guerrero. No
es el mismo imperialismo de los años de la guerra fría que susten-
taba la doctrina de las fronteras ideológicas y la aplicaba en el ex-
terminio genocida de las nuevas generaciones de dirigentes y ciu-
dadanos. En este neo-imperialismo se conjuga varios tipos de
fundamentalismos y extremismos: el fundamentalismo religioso,
el militarismo expansionista de nuevo cuño, siempre amparado
por las grandes mafias productoras de armas y un extremismo
ideológico ultra-conservador que se unen para imponer un nuevo
orden mundial basado en la supremacía de un solo imperio, el nor-
teamericano, una sola ideología, el neoliberalismo, una sola forma
de vida, la norteamericana, una sola gran potencia militar, Estados
Unidos.
Tiene su lógica, viene a apuntalar el sistema económico inter-
nacional surgido de los acuerdos de Breton Woods, arquitectura
que se cae a pedazos por injusta e ineficiente, e intentar salvar la
crisis mundial del modelo neoliberal y la crisis del sistema de libre
comercio que le es tributario a que nos han llevado el Fondo Mone-
tario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial
de Comercio. En consecuencia se intenta reforzar los sistemas fra-
casados que sustentan el modelo neoliberal y la crisis del sistema
de libre comercio que le son tributario. Este neoimperialismo, para
instalar y legitimar sus atropellos criminales necesita destruir o de-
bilitar el derecho internacional y los organismos multilaterales que
lo sustentan, necesita desconocer e inutilizar los tratados interna-
cionales de control de armas nucleares, de control medio ambiental
o cualquier otro que puede limitar, regular u opacar su poderío.
Como también necesita mostrar ejemplos de destrucción militar
para amedrentar o someter. Se arroga para sí el derecho de interve-
nir donde sea y contra cualquiera por el solo hecho que ese cual-
quiera se le perciba como una amenaza o que se ubique en el lado
del “…eje del mal”. Se trata de un imperialismo del terrorismo
tecnológico, porque utiliza militarmente la enorme ventaja que le
ofrece la tecnología espacial y el control satelital de las comunica-
ciones planetarias y su multi-billonario arsenal de guerra. Este neo-
imperialismo constituye una amenaza, no sólo para la paz, también
para la libertad y la integración solidaria de los pueblos. Este neo-
imperialismo del terrorismo tecnológico está dispuesto a crear ese
nuevo orden mundial donde él y el grupo de países industrializados
que lo acompañen reinen sin contrapeso acompañados de una corte
de lacayos que recojan las migas de sus festines.
Un segundo elemento estructurante, es la evolución del capi-
talismo hacia una formación social globalizada, cuyo sustento es
un vector exponencial de desarrollo tecnológico, que, principal-
mente sirve a su capacidad de gestión. Ello crea un nuevo escena-
rio para las contradicciones planetarias, lo que da por resultado la
reformulación y amplificación de las contradicciones sociales he-
redadas, donde la explotación y la dominación se rearticulan con
las nuevas formas de manipulación, generando imprevisibles
inestabilidades y crisis en la sociedad planetaria.
La globalización es obra de mercaderes. En este sentido, la
definición más ajustada es que se trata de la mundialización de
los negocios y la imposición de la lógica de mercado. La
globalización es en consecuencia, la ilusión política que impo-
ne el capital financiero para servirse a sí mismo. Hablar de inte-
grarse a la globalización, sin hacer distingos ni diferencias es
pura y simplemente adherirse a la ideología del mercado mun-
dial y a la lógica de dominación que contiene. Como hemos
dicho, hay un desarrollo tecnológico que la favorece. La espiral
del desarrollo exponencial de tecnologías digitales y sus apli-
caciones sirve de soporte a este proceso de mundialización de
mercados. Pero no nos equivoquemos, el desarrollo tecnológi-
co no tiene de nacimiento un sello político, por el contrario, las
fuerzas de dominación utilizan todo lo que esté a su alcance
para marcar la diferencia.
Como toda etapa en el desarrollo capitalista ésta también tiene
su ideología, en este caso el casamiento del mercado y el conoci-
miento. Los popes de esta nueva religión mercantil promueven
que los sistemas culturales y políticos, comprendidos los educa-
cionales, se pongan al servicio de las ventajas comerciales de los
países. No se habla de desarrollo económico o de fomento produc-
tivo, sino de agregar mayor conocimiento a la producción. Se pro-
mueve que las sociedades, los productos, los procesos de trabajo,
las relaciones sociales y económicas se estructuren a partir de
estándares comunes, todo ello como parte de las condiciones ser
admitidos en el mundo. A nivel de trabajo se generan nuevas uni-
dades de comparación que en el mundo del comercio juegan el
mismo rol que las divisas: unidades y perfiles de competencias,
estándares de calidad. El neoliberalismo, en su versión mercantil,
aspira a la hegemonía cultural planetaria sobre la base de imponer
la lógica que todos los países, todos los sistemas y todos los proce-
dimientos se orienten a buscar el éxito en los negocios. Los países
convertidos en grandes empresas comerciales, los ciudadanos en
operadores, los estándares de calidad en un nuevo patrón de inter-
cambio.
Un tercer elemento son las reacciones altermundialistas contra
la globalización transfinanciera y el imperio del modelo del co-
mercio injusto. Dicha resistencia se ha ido estructurando de mane-
ra generalizada y se expresa en las cada vez más potentes corrien-
tes de integración, movimientos antiglobalización, movilizacio-
nes contra las guerras norteamericanas, resistencia medioambien-
tal en los países centrales del capitalismo mundial, y que, en la
periferia, se traduce en resistencia a la ocupación extranjera en
Irak, Palestina. En América Latina la experiencia neoliberal es
brutal. Por ello, la respuesta de las masas latinoamericanas ha sido
también violenta. Mediante grandes movilizaciones y verdaderas
rebeliones populares barrió a gobiernos reaccionarios que implan-
taron los modelos de capitalismo desenfrenado. Así fue, por ejem-
plo, en Ecuador en 1997, Perú el 2000, Argentina el 2001 y, más
recientemente, Bolivia el 2003, Santiago, 2004 y Mar del Plata en
el 2005.
El neoliberalismo fracasó como modelo de desarrollo en prác-
ticamente todo el mundo. En los países periféricos la aplicación
del modelo golpeó a todos los sectores, incluidas las clases domi-
nantes nacionales que fueron liquidadas por el capital
transnacional o se vieron obligadas a fusionar intereses para sobre-
vivir. Como consecuencia de ello en algunos países sectores de la
burguesía han resistido a su manera al modelo y se han levantado
alternativas políticas que se cuidan de privatizar y de desregular,
pero que siguen atados a las inversiones extranjeras y a la suerte de
la dinámica de los mercados en los países centrales. La falta de
alternativa se ha convertido en un círculo vicioso que abre espa-
cios al populismo o cualquier tipo de aventura antidemocrática. Lo
anterior es la principal, no la única, fuente de la enorme alza de las
movilizaciones sociales, de las rebeliones populares, de la inesta-
bilidad de las instituciones, de la debilidad de los gobiernos en las
frágiles democracias de América Latina.
En ese marco se abre camino iniciativas desde el derecho, la
movilización social y el avance de las alternativas populares de
gobierno. El primero, la lucha por la prevalencia de las normas y
principios del derecho y de la justicia internacional. Debilitado y
amenazado, hoy más que nunca; debe reconstituirse en nuevas ins-
tituciones multilaterales y en el reconocimiento de nuevas doctri-
nas democráticas del derecho. Los países pequeños como los
nuestros no tienen más amparo que un derecho internacional al
servicio de la solidaridad. En segundo lugar, la movilización
planetaria que hoy se expresa en un movimiento contestatario
mundial, reactivo, pero que debe dotarse de un programa de trans-
formación sistémico que asegure la paz, la justicia social y econó-
mica entre países, naciones y hombres y los valores de la solidari-
dad, la diversidad, la tolerancia, la pluralidad y la integración. El
tercer camino es el que se abre con el renacimiento de los movi-
mientos sociales y las democracias populares en América latina y
en especial en Sudamérica.
Somos parte de quienes creemos que el anti-imperialismo de
los socialistas no debe confundir al militarismo fundamentalista y
genocida que hegemoniza la conducción política y militar en los
Estados Unidos y el pueblo norteamericano. Más allá de quienes
puedan o no compartir estilo de vida y valores. ¿Cómo podríamos
estar en contra de los millones de norteamericanos, en especial los
jóvenes, que se movilizan contra la guerra en todos los estados de
la Unión? En cuando a nosotros, socialistas chilenos, retomamos
nuestras banderas del allendismo que son banderas de integración
latinoamericana, de equidistancia de centros ideológicos, de auto-
nomía, de indoamericanismo. El camino de la integración emerge
en la rica expresión del ideario bolivariano, como expresión con-
creta tanto de nuevas formas de democracia política, de antioligar-
quismo, así como de integración solidaria.

La integración como cambio de perspectiva

El contexto de la política internacional aporta viabilidad y le-
gitimidad a un cambio de perspectiva en los procesos de integra-
ción. Es posible una integración cuyo fundamento esencial sea lo
humano y no lo comercial, y cuyo objeto central sea cautelar la
diversidad por sobre la uniformidad.
La Comunidad Suramericana de Naciones debe continuar
avanzando hacia la constitución de un bloque integrado y autóno-
mo, hacia una comunidad de pueblos y ciudadanos de América del
Sur, como la gran promotora de la justicia social, la solidaridad, la
participación social y ciudadana y la democracia social. Al mismo
tiempo como la gestora de relaciones autónomas y soberanas con
otras naciones o bloques de naciones en el mundo. Como inten-
ción se debe perseverar, pero comprendiendo que el marco de
agresión del Gobierno de Bush hacia naciones americanas como
Venezuela, pone dificultades adicionales a este deseo. No se puede
dejar de seguir remando, al contrario, las iniciativas valientes y
lúcidas como las del presidente Chávez debe ser respaldadas por
una mayor movilización popular. En ese contexto, la CSN como
iniciativa política que reinstale en el imaginario colectivo que otra
integración es posible, la movilización popular, las iniciativas de
reflexión y de encuentro constituyen un aliciente poderoso. Sin
embargo, debemos tener cautela respecto a las expectativas de cor-
to plazo. Por una parte, existen países claramente alineados con
los Estados Unidos que serán obstaculizadores a cualquier consen-
so autónomo, y otros cultivan actitudes ambiguas pues están sien-
do seducidos por el canto de Sirena de un eventual Tratado de Li-
bre Comercio con el imperio. Por muchos avances que se puedan
conseguir por esa vía, resulta aún limitada a la idea de la unidad
del continente. La concreción del ALBA es, quizás, la iniciativa
históricamente más relevante para el periodo.
Hablar de integración genuina dice mucho respecto a las que
no lo son. El presidente Chávez expresaba algo del mismo tenor en
la Primera Reunión de Jefes de Estado de la (llamada) Comunidad
Sudamericana de Naciones, donde recuerda que nuestros
libertadores hablaban de unidad de naciones, y que la palabra inte-
gración es una construcción completamente nueva.(2)
La integración, como lo sostiene el presidente Chávez, susten-
ta el sentido continental de la lucha por la libertad. La surgencia y
desarrollo de la otra integración, la integración en la diversidad,
como alternativa a la integración de la uniformidad que impone el
nuevo liberalismo son signos concretos de lo que hemos llamado
en otros textos “…re-escenificación de la dignidad y alteridad de
los principios de igualdad, solidaridad en la vida, justicia social,
libertad”.

Integrar en la diversidad

Estar en los procesos de integración desde la perspectiva de la
diversidad, implica, desafiar los modelos dominantes y transitar
en propuestas que necesariamente resultan, en palabras de Paulo
Freire, inéditas, y, en consecuencia, fundadoras de un nuevo
protagonismo histórico.
¿Qué podemos entender por integración? Integrar es, ante
todo, reconocer como diferente a las partes o a las categorías con-
sideradas. Se puede afirmar que la integración es un proceso de
convergencia de partes, que originalmente se encuentran no inte-
gradas, y, también, de puesta en evidencia de la diversidad que se
integra. Integrar requiere de una voluntad política, la disposición
a recorrer un mismo camino con otros. Pero al mismo tiempo que
se nos pone frente a tareas que se asumen como comunes, impone
el sino de aprender a realizarlas juntos. Integrar es un solo acto que
vincula la voluntad de unirme a otro con el “aprender” a convivir
con los otros.
La integración también considera una doble perspectiva a la
que no se presta mucha atención. Todo proceso de integración tie-
ne una dimensión que se relaciona a lo instituido, que se refiere a
los actos normativos y protocolos sociales que reglamentan y re-
gulan funciones, relaciones, patrimonio, y por otro lado se encuen-
tra la dimensión de lo instituyente, que da cuenta de la relación
entre actores. Las más de las veces prevalece lo instituido pues en
los procesos de integración se tiende a evocar experiencias ante-
riores similares que aportan insumos jurídicos y organizacionales
que se adaptan a la nueva organización. Resulta más difícil consi-
derar lo instituyente pues se refiere a prácticas sociales y a los
entornos culturales de los movimientos de quienes convergen en
la intención integrativa. Entonces, se tiende a privilegiar lo insti-
tuido (la organización y sus reglamentos) y se descuida lo
instituyente (procesos y dinámicas reales de las cuales depende la
permanencia del proceso integrador).
Integrar es un proceso que instala una doble tensión. En pri-
mer lugar, entre la voluntad y/o aspiración a estar juntos y, por
otra, la racionalización de la experiencia concreta que surge del
estar juntos. Enseguida, entre las normas que fijan y delimitan los
contornos que formalizan la unidad del sistema, y la relación diná-
mica que se establece entre los movimientos, actores e ideas.
Integrar es mucho más que concertarse o que actuar juntos. La
integración es una asociación para producir una historia común.
En consecuencia, la integración está más del lado del sujeto que
del objeto, más del lado del autor que del espectador. Aquello nos
aporta un principio: la integración no puede hacerse al margen de
los actores, y que para que haya integración éstos deben ser los
autores y protagonistas de dicho proceso.

Pasadores de frontera un nuevo oficio fraternizador

Otra integración es posible. Es una convicción que saca a
Suramérica de la perspectiva fatalista y entrega a cada uno de no-
sotros una parte de la responsabilidad en la participación y con-
ducción de este proceso. Podemos resumir algunas ideas que nos
ayuden a marcar la línea de trabajo común en el marco de este
pensamiento integracionista.
a) Se ha instalado una nueva perspectiva para el desarrollo de pro-
cesos de integración en la diversidad. Hay condiciones históricas
para iniciar un proceso de unidad continental cuyo fundamento
sea la integración en la diversidad y su legitimidad histórica fun-
de una línea de pensamiento alternativa al pensamiento
neoliberal. Como proyecto debe sustentarse en los movimientos
sociales y en el mundo popular. Es un proyecto que no va para
cualquier lado sino a abrir las alamedas a la democracia social
participativa y a un nuevo tipo de economía social solidaria.
b) Este cambio debe ser de carácter civilizatorio. Acá no se trata
de que la política dependa de los ritmos y oportunismos de los
gobiernos de turno. Se debe trabajar en fundir la matriz que
hará que como pueblos de un mismo continente podamos
emerger con otra alteridad en el mundo superada esta nueva
crisis civilizacional. De allí los nuevos protagonismos, en la
diversidad.
c) Se deben enfrentar las lógicas nacionales e integrar las lógicas
culturales. Debemos descansar en lo instituyente, valorizar el
aporte de los sujetos y construir cauces para recoger la expe-
riencia histórica de luchas y derrotas de los pobres de América
en el camino a nuestra liberación.
d) Debemos orientarnos a una integración productiva, cuyo pro-
ducto se oriente a mejorar las condiciones de vida, establecer
relaciones económicas y sociales en justicia social, eliminando
la explotación del hombre por hombre y generando redes de
protección total para todos los hombres en todas las edades y
para toda la vida.
e) Nuestra tarea actual, en el camino de integración que avance y
sea sólida en sur América no es defender la expansión de capita-
les de los grandes grupos económicos y financieros de la Re-
gión, sino al contrario, generar redes de solidaridad en la pers-
pectiva que aspiramos a sustentar gobiernos cuyo centro princi-
pal sea esta integración Sur americana de pueblos y naciones y
su objetivo promover un comercio justo al servicio del desarro-
llo productivo y sustentable de nuestros países.
f) Debe estar a la base del desarrollo de nuestro proyecto de inte-
gración genuina favorecer la ciudadanía del conocimiento, pa-
sar de una cultura del consumo de información a una cultura de
la producción del conocimiento. Implica ser sujeto en la pro-
ducción histórica de diversidad cultural, actor y ciudadano en
construcción de mundo y en la relación solidaria con el otro.
En síntesis, se trata de construir esta gran casa común para
todos, de la que venimos hablando desde hace mucho. Donde to-
dos lleguemos, con nuestras cosas, los sueños, con sus historias
presentes y pasadas, con sus tradiciones, puesta al servicio de fun-
dar una historia común en una ciudadanía común. En democracia
social, participación protagónica, justicia social. En esa casa co-
mún cabemos todos.
Entonces, amarrados los equipajes en la cabalgadura debemos
construir un nuevo oficio, el oficio de pasador de frontera. Las
fronteras han sido de siempre territorios dominados por los mie-
dos, donde traficantes y contrabandistas aprendieron a vivir en un
mundo aparte. La frontera ha sido creada para no atravesarla. Por
ejemplo, la frontera ha sido poblada de muros para que la indesea-
ble inmigración del Sur no pase. La frontera es ese espacio donde
se fundan los enemigos. Pues bien, nosotros debemos declarar al
mundo que nos constituimos en pasadores de fronteras, no solo las
fronteras nacionales, la frontera que nos impide dar la mano al
otro, para así reconocernos en una misma identidad de sujetos há-
biles para tejer la historia, una historia en común.
Creo firmemente que un pasador de frontera es quien se consi-
dera capaz de sustentar el proyecto de una sociedad abierta y jus-
ta, con nuevas instituciones y con nuevos instituyentes: el socialis-
mo. Se trata de una racionalidad socio-histórica que asume un ca-
rácter subversivo desde la creación y revolucionario en su capaci-
dad de puesta en proyecto. Capaz de instituirse en la alteridad del
nuevo sujeto histórico, sujeto capaz de significar una nueva ciuda-
danía en el marco de la producción colectiva de una nueva socie-
dad, donde las diferencias de clase se superen y se refunden en
relaciones sociales, económicas e históricas de nuevo tipo, el so-
cialismo. A lo mejor sucede en otro periodo histórico. Pero no su-
cederá por azar, sino por producción histórica. Será parte
sustantiva del proceso que no se detiene de humanización de lo
humano. Nueva sociedad y nuevos hombres, en nuevos y mejores
valores. Una sociedad que se reconoce a sí misma como una socie-
dad republicana, de derechos inalienables, democrática auténtica,
diversa, sustentable y humana.
¿Cuál es el rol de las fuerzas socialistas de izquierda latinoa-
mericanas en el proyecto de la integración? Todo proyecto de
transformación económico-social debe legitimarse en una racio-
nalidad alternativa al hegemonismo que intenta imponer el pensa-
miento único neoliberal. En consecuencia, la integración genuina
es un proyecto que se apoya en los movimientos sociales y en el
mundo popular. Es un proyecto que abre las alamedas a la demo-
cracia social participativa y a un nuevo tipo de economía política,
capaz de instalar y significar nuevos tipos de relaciones económi-
co-sociales solidarias. Relaciones que sustenten y aseguren el de-
sarrollo y la producción de bienestar de todos los trabajadores
manuales e intelectuales, de todas sus familias, de sus iniciativas
económico-productivas, de sus oficios y vocaciones, de sus condi-
ciones personales y talentos, en todas las edades desde la niñez a la
vejez, y en todas las necesidades sociales.
Si ese el rol, nos corresponde producir en conjunto propuestas
y programas a partir de las necesidades, intereses y sueños de
nuestros pueblos. Nos corresponde contribuir a dirigir y orientar
la construcción de la patria continental a partir de producir las
transformaciones históricas en nuestras propias sociedades de
acuerdo a nuestras propias idiosincrasias. Sabemos que hay gritos
en la sociedad que nadie escucha. Debemos partir del sentido que
el propio pueblo da a sus necesidades y a sus sueños, partir de la
superación de la desigualdad que reproduce la triste e interminable
realidad de los excluidos y necesitados, y de la rebeldía que produ-
ce la calcificación de los privilegios e inequidades de todo orden.
De esa manera y no de otra construiremos la necesaria adhesión de
una mayoría popular. En eso los pueblos venezolanos, boliviano y
otros nos dan lecciones de cómo se gobierna y se transforma desde
mayorías populares. Fue siempre la bandera que enarboló Salva-
dor Allende y la América Latina de hoy, tres décadas después de su
muerte le rinde tributo. Exactamente, ese es el camino de las trans-
formaciones sociales, desde las mayorías populares fundadas en
los valores de la democracia plena participativa, directa,
protagónica, la solidaridad, la diversidad y el pluralismo.

__________
(1.) Josué de Castro, O Livro Negro da Fome,. Editora Brasiliense, São Paulo, 1957, 1ª
edición.

__________
(2.) Hugo Chávez Frías, Intervención en la primera mesa de trabajo de Presidentes y Jefes de Gobierno de la Comunidad Suramericana de Naciones. Brasilia, 30 de septiembre de 2005.


LA INTEGRACIÓN GENUINA LATINOAMERICANA

A PESAR DE LAS FRONTERAS:

LA INTEGRACIÓN GENUINA
LATINOAMERICANA
Carlos Moya Ureta

Introducción: en camino hacia la integración genuina
Sería muy difícil ocultar que en el Chile de hoy existen mu-
chos obstáculos al desarrollo de los principios de la integración
genuina. El matrimonio entre una oligarquía política que resulta
ser un híbrido de postpinochetismo y liberalismo social
concertacionista que se reproduce a sí misma desde una institucio-
nalidad excluyente heredada, y una oligarquía financiera, que se
reproduce, también, ella, en los meandros del modelo neoliberal,
favorecen un tipo de integración de corte mercantil, los tratados de
libre comercio y un tipo de integración en el sentido de los nego-
cios y el libre tránsito de capitales y productos.
Nuestro esfuerzo se ha dedicado, entonces, a contradecir a es-
tos fenicios subdesarrollados del Sur, buscando acrecentar la co-
munidad de personas que dialoga y reflexiona en torno a la inte-
gración genuina y la superación de las fronteras. Ello nos pone en
la perspectiva de tejer nuevos compromisos en los valores de una
integración de pueblos y de expresiones culturales. Entendemos
que enfrentamos un proceso de re-alfabetización bolivariana, y
con la modestia de quienes estamos en situación de aprendizaje
nos proponemos familiarizarnos y con ello familiarizar a segmen-
tos cada vez mayores del pueblo chileno y de sus organizaciones
con los ejes problemáticos y valóricos de la integración regional
genuina, y, en consecuencia, sensibilizar en la dirección de una
cultura de la integración y consensuar propósitos y acciones de
integración regional desde la base social organizada. Apostamos a
que la Cordillera de Los Andes no será nunca tan alta como para
impedir que el viento de la historia que sopla en América Latina
de nuevo a favor de los pobres sople en Chile, también, a favor del
cambio social y de la integración latinoamericana. Nos sentimos,
legítimamente, parte de esta mayoría continental que vivencia
nuevas instancias de diálogo intercomunitario desde la perspecti-
va y las lógicas de los pueblos en la búsqueda constante de acre-
centar identidad y ciudadanía bolivariana.
 
A pesar de las fronteras
La idea de superación de las fronteras, como horizonte posi-
ble, en camino a la integración, hizo inevitable, entre quienes so-
mos parte de la convocatoria de integración genuina, la imagen de
esos muros de infamia que se construyen un poco por todos lados
como significantes de la segregación y la exclusión. No solo esos
muros “literales”, como el que construye y construye Estados Uni-
dos en su frontera sur, o el que construye y construye Israel en los
territorios ocupados de la Palestina, o el que construye y construye
por cientos y cientos de kilómetros en la arena la monarquía me-
dieval de Marruecos para proteger su rapiña en los territorios ocu-
pados al pueblo Saharahui, también, los muros contra los que cho-
can las pateras en la media luna del Atlántico y el Mediterráneo.
Hace un siglo, y también antes, navíos provenientes de Europa
lanzaban oleadas de hambre sobre las costas de América, hoy, Eu-
ropa contiene las oleadas de hambre que golpean su antejardín.
Están los muros intra polis, muros de intolerancia, xenofobia y
miedo al otro. Suerte de autogethos, fortificaciones en torno a sus
propios miedos. Josué de Castro, pensador universal, de origen
brasileño, en su Libro negro del hambre(1) enseñaba que nuestras
sociedades están escindidas en dos grupos, el de los que no duer-
men porque no comen, y el de los que no duermen por temor a los
que no comen. Esta metáfora social de Josué de Castro es aplica-
ble a cada una de las situaciones de getho y exclusión: la de quie-
nes empujan con la fuerza de la historia sus ansias de libertad, y los
que pretenden detenerlas, poco importa si con cemento y arena.
Entonces, parafraseando a Josué de Castro, diremos que, están, los
que no duermen porque sueñan, y, están, los que no duermen por
temor a los que sueñan.
Que idea más poderosa es aquella que convoca a transgredir, a
subvertir los muros infamantes. Cuando hablamos de integración
todas las ideas y todas las formas de inutilizar los muros son posi-
bles: abrirse paso, tallar pasajes, perforar, escalar, socavar, rodear-
los, como sea, pero para convertirles en muros islas, en testimo-
nios escultóricos de la estupidez, también en vestigios de domina-
ción. Eso es lo que han construido los nacionalismos estrechos en
América Latina en los últimos dos siglos, muros de todo orden;
esas son las fronteras que protegen, minan, aduanizan, delimitan;
ese fue el gran botín que ganaron las oligarquías conservadoras a
la salida de la Independencia, su derecho a imponer las guerras de
fronteras. E impusieron cuanto expansionismo, militarismo o im-
perialismo se les antojó, fuera y dentro de sus países. Por ello,
nadie puede habilitar a las plutocracias para conducir la “unidad
en la diversidad” de América. Ellos son hijos de las viejas inercias
expansivas, se alimentan de antiguos rencores, prefieren sembrar
de minas antipersonas que iluminar los caminos que durante miles
de años caminaron los hijos del Tawantinsuyo, y, sin embargo, la
paradoja, en pleno siglo XXI no dejan de lado su servilismo al
Imperio.
El primer gesto de todos es resistir a la idea de eliminar las
fronteras. Es un miedo cultivado generación tras generación,
como un miedo a la ocupación. Resulta insólito que aún suceda
que gobiernos se dediquen a fabricar coartadas a su mediocridad
de gobernantes con problemas de fronteras. Todo aquel que hable
de unidad en América Latina y al mismo tiempo imponga las deli-
mitaciones de frontera como condición no puede ser considerado
un actor legitimado a la hora de avanzar hacia una integración ge-
nuina pero lo mismo debe ocurrir para quienes no trabajen día a
día para borrarlas. Por eso, la integración genuina, es un proceso,
proceso que debe ser definido como una obra histórica, respecto
de la cual nunca más lleguemos a decir que será obra de ésta gene-
ración. No, esta podrá ser como una marcha, que no se acabe nun-
ca para que no nos impidamos mirarnos a los ojos, conversar, to-
carnos, emocionarnos juntos, reconocernos, olernos. Porque esa
será la única oportunidad para que un día, tal vez los que vienen
después de nosotros, puedan sentarse a leerse poesía. En fin, que
no nos quitemos las ganas de construir en cada recodo del camino
posadas, muchas posadas, para que dilatemos lo más posible la
edificación de la ciudad común. Esta es la nueva oportunidad que
nos da la historia de construir patria continente.

Marco general de los procesos de integración

¿Cuál es el contexto histórico en el que se sitúa nuestra re-
flexión sobre integración alternativa?
En primer lugar, el actual gobierno norteamericano ha
reinstalado una versión remozada del imperialismo guerrero. No
es el mismo imperialismo de los años de la guerra fría que susten-
taba la doctrina de las fronteras ideológicas y la aplicaba en el ex-
terminio genocida de las nuevas generaciones de dirigentes y ciu-
dadanos. En este neo-imperialismo se conjuga varios tipos de
fundamentalismos y extremismos: el fundamentalismo religioso,
el militarismo expansionista de nuevo cuño, siempre amparado
por las grandes mafias productoras de armas y un extremismo
ideológico ultra-conservador que se unen para imponer un nuevo
orden mundial basado en la supremacía de un solo imperio, el nor-
teamericano, una sola ideología, el neoliberalismo, una sola forma
de vida, la norteamericana, una sola gran potencia militar, Estados
Unidos.
Tiene su lógica, viene a apuntalar el sistema económico inter-
nacional surgido de los acuerdos de Breton Woods, arquitectura
que se cae a pedazos por injusta e ineficiente, e intentar salvar la
crisis mundial del modelo neoliberal y la crisis del sistema de libre
comercio que le es tributario a que nos han llevado el Fondo Mone-
tario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial
de Comercio. En consecuencia se intenta reforzar los sistemas fra-
casados que sustentan el modelo neoliberal y la crisis del sistema
de libre comercio que le son tributario. Este neoimperialismo, para
instalar y legitimar sus atropellos criminales necesita destruir o de-
bilitar el derecho internacional y los organismos multilaterales que
lo sustentan, necesita desconocer e inutilizar los tratados interna-
cionales de control de armas nucleares, de control medio ambiental
o cualquier otro que puede limitar, regular u opacar su poderío.
Como también necesita mostrar ejemplos de destrucción militar
para amedrentar o someter. Se arroga para sí el derecho de interve-
nir donde sea y contra cualquiera por el solo hecho que ese cual-
quiera se le perciba como una amenaza o que se ubique en el lado
del “…eje del mal”. Se trata de un imperialismo del terrorismo
tecnológico, porque utiliza militarmente la enorme ventaja que le
ofrece la tecnología espacial y el control satelital de las comunica-
ciones planetarias y su multi-billonario arsenal de guerra. Este neo-
imperialismo constituye una amenaza, no sólo para la paz, también
para la libertad y la integración solidaria de los pueblos. Este neo-
imperialismo del terrorismo tecnológico está dispuesto a crear ese
nuevo orden mundial donde él y el grupo de países industrializados
que lo acompañen reinen sin contrapeso acompañados de una corte
de lacayos que recojan las migas de sus festines.
Un segundo elemento estructurante, es la evolución del capi-
talismo hacia una formación social globalizada, cuyo sustento es
un vector exponencial de desarrollo tecnológico, que, principal-
mente sirve a su capacidad de gestión. Ello crea un nuevo escena-
rio para las contradicciones planetarias, lo que da por resultado la
reformulación y amplificación de las contradicciones sociales he-
redadas, donde la explotación y la dominación se rearticulan con
las nuevas formas de manipulación, generando imprevisibles
inestabilidades y crisis en la sociedad planetaria.
La globalización es obra de mercaderes. En este sentido, la
definición más ajustada es que se trata de la mundialización de
los negocios y la imposición de la lógica de mercado. La
globalización es en consecuencia, la ilusión política que impo-
ne el capital financiero para servirse a sí mismo. Hablar de inte-
grarse a la globalización, sin hacer distingos ni diferencias es
pura y simplemente adherirse a la ideología del mercado mun-
dial y a la lógica de dominación que contiene. Como hemos
dicho, hay un desarrollo tecnológico que la favorece. La espiral
del desarrollo exponencial de tecnologías digitales y sus apli-
caciones sirve de soporte a este proceso de mundialización de
mercados. Pero no nos equivoquemos, el desarrollo tecnológi-
co no tiene de nacimiento un sello político, por el contrario, las
fuerzas de dominación utilizan todo lo que esté a su alcance
para marcar la diferencia.
Como toda etapa en el desarrollo capitalista ésta también tiene
su ideología, en este caso el casamiento del mercado y el conoci-
miento. Los popes de esta nueva religión mercantil promueven
que los sistemas culturales y políticos, comprendidos los educa-
cionales, se pongan al servicio de las ventajas comerciales de los
países. No se habla de desarrollo económico o de fomento produc-
tivo, sino de agregar mayor conocimiento a la producción. Se pro-
mueve que las sociedades, los productos, los procesos de trabajo,
las relaciones sociales y económicas se estructuren a partir de
estándares comunes, todo ello como parte de las condiciones ser
admitidos en el mundo. A nivel de trabajo se generan nuevas uni-
dades de comparación que en el mundo del comercio juegan el
mismo rol que las divisas: unidades y perfiles de competencias,
estándares de calidad. El neoliberalismo, en su versión mercantil,
aspira a la hegemonía cultural planetaria sobre la base de imponer
la lógica que todos los países, todos los sistemas y todos los proce-
dimientos se orienten a buscar el éxito en los negocios. Los países
convertidos en grandes empresas comerciales, los ciudadanos en
operadores, los estándares de calidad en un nuevo patrón de inter-
cambio.
Un tercer elemento son las reacciones altermundialistas contra
la globalización transfinanciera y el imperio del modelo del co-
mercio injusto. Dicha resistencia se ha ido estructurando de mane-
ra generalizada y se expresa en las cada vez más potentes corrien-
tes de integración, movimientos antiglobalización, movilizacio-
nes contra las guerras norteamericanas, resistencia medioambien-
tal en los países centrales del capitalismo mundial, y que, en la
periferia, se traduce en resistencia a la ocupación extranjera en
Irak, Palestina. En América Latina la experiencia neoliberal es
brutal. Por ello, la respuesta de las masas latinoamericanas ha sido
también violenta. Mediante grandes movilizaciones y verdaderas
rebeliones populares barrió a gobiernos reaccionarios que implan-
taron los modelos de capitalismo desenfrenado. Así fue, por ejem-
plo, en Ecuador en 1997, Perú el 2000, Argentina el 2001 y, más
recientemente, Bolivia el 2003, Santiago, 2004 y Mar del Plata en
el 2005.
El neoliberalismo fracasó como modelo de desarrollo en prác-
ticamente todo el mundo. En los países periféricos la aplicación
del modelo golpeó a todos los sectores, incluidas las clases domi-
nantes nacionales que fueron liquidadas por el capital
transnacional o se vieron obligadas a fusionar intereses para sobre-
vivir. Como consecuencia de ello en algunos países sectores de la
burguesía han resistido a su manera al modelo y se han levantado
alternativas políticas que se cuidan de privatizar y de desregular,
pero que siguen atados a las inversiones extranjeras y a la suerte de
la dinámica de los mercados en los países centrales. La falta de
alternativa se ha convertido en un círculo vicioso que abre espa-
cios al populismo o cualquier tipo de aventura antidemocrática. Lo
anterior es la principal, no la única, fuente de la enorme alza de las
movilizaciones sociales, de las rebeliones populares, de la inesta-
bilidad de las instituciones, de la debilidad de los gobiernos en las
frágiles democracias de América Latina.
En ese marco se abre camino iniciativas desde el derecho, la
movilización social y el avance de las alternativas populares de
gobierno. El primero, la lucha por la prevalencia de las normas y
principios del derecho y de la justicia internacional. Debilitado y
amenazado, hoy más que nunca; debe reconstituirse en nuevas ins-
tituciones multilaterales y en el reconocimiento de nuevas doctri-
nas democráticas del derecho. Los países pequeños como los
nuestros no tienen más amparo que un derecho internacional al
servicio de la solidaridad. En segundo lugar, la movilización
planetaria que hoy se expresa en un movimiento contestatario
mundial, reactivo, pero que debe dotarse de un programa de trans-
formación sistémico que asegure la paz, la justicia social y econó-
mica entre países, naciones y hombres y los valores de la solidari-
dad, la diversidad, la tolerancia, la pluralidad y la integración. El
tercer camino es el que se abre con el renacimiento de los movi-
mientos sociales y las democracias populares en América latina y
en especial en Sudamérica.
Somos parte de quienes creemos que el anti-imperialismo de
los socialistas no debe confundir al militarismo fundamentalista y
genocida que hegemoniza la conducción política y militar en los
Estados Unidos y el pueblo norteamericano. Más allá de quienes
puedan o no compartir estilo de vida y valores. ¿Cómo podríamos
estar en contra de los millones de norteamericanos, en especial los
jóvenes, que se movilizan contra la guerra en todos los estados de
la Unión? En cuando a nosotros, socialistas chilenos, retomamos
nuestras banderas del allendismo que son banderas de integración
latinoamericana, de equidistancia de centros ideológicos, de auto-
nomía, de indoamericanismo. El camino de la integración emerge
en la rica expresión del ideario bolivariano, como expresión con-
creta tanto de nuevas formas de democracia política, de antioligar-
quismo, así como de integración solidaria.

La integración como cambio de perspectiva

El contexto de la política internacional aporta viabilidad y le-
gitimidad a un cambio de perspectiva en los procesos de integra-
ción. Es posible una integración cuyo fundamento esencial sea lo
humano y no lo comercial, y cuyo objeto central sea cautelar la
diversidad por sobre la uniformidad.
La Comunidad Suramericana de Naciones (CSN) debe continuar
avanzando hacia la constitución de un bloque integrado y autóno-
mo, hacia una comunidad de pueblos y ciudadanos de América del
Sur, como la gran promotora de la justicia social, la solidaridad, la
participación social y ciudadana y la democracia social. Al mismo
tiempo como la gestora de relaciones autónomas y soberanas con
otras naciones o bloques de naciones en el mundo. Como inten-
ción se debe perseverar, pero comprendiendo que el marco de
agresión del Gobierno de Bush hacia naciones americanas como
Venezuela, pone dificultades adicionales a este deseo. No se puede
dejar de seguir remando, al contrario, las iniciativas valientes y
lúcidas como las del presidente Chávez debe ser respaldadas por
una mayor movilización popular. En ese contexto, la CSN como
iniciativa política que reinstale en el imaginario colectivo que otra
integración es posible, la movilización popular, las iniciativas de
reflexión y de encuentro constituyen un aliciente poderoso. Sin
embargo, debemos tener cautela respecto a las expectativas de cor-
to plazo. Por una parte, existen países claramente alineados con
los Estados Unidos que serán obstaculizadores a cualquier consen-
so autónomo, y otros cultivan actitudes ambiguas pues están sien-
do seducidos por el canto de Sirena de un eventual Tratado de Li-
bre Comercio con el imperio. Por muchos avances que se puedan
conseguir por esa vía, resulta aún limitada a la idea de la unidad
del continente. La concreción del ALBA es, quizás, la iniciativa
históricamente más relevante para el periodo.
Hablar de integración genuina dice mucho respecto a las que
no lo son. El presidente Chávez expresaba algo del mismo tenor en
la Primera Reunión de Jefes de Estado de la (llamada) Comunidad
Sudamericana de Naciones, donde recuerda que nuestros
libertadores hablaban de unidad de naciones, y que la palabra inte-
gración es una construcción completamente nueva.(2)
La integración, como lo sostiene el presidente Chávez, susten-
ta el sentido continental de la lucha por la libertad. La surgencia y
desarrollo de la otra integración, la integración en la diversidad,
como alternativa a la integración de la uniformidad que impone el
nuevo liberalismo son signos concretos de lo que hemos llamado
en otros textos “…re-escenificación de la dignidad y alteridad de
los principios de igualdad, solidaridad en la vida, justicia social,
libertad”.

Integrar en la diversidad

Estar en los procesos de integración desde la perspectiva de la
diversidad, implica, desafiar los modelos dominantes y transitar
en propuestas que necesariamente resultan, en palabras de Paulo
Freire, inéditas, y, en consecuencia, fundadoras de un nuevo
protagonismo histórico.
¿Qué podemos entender por integración? Integrar es, ante
todo, reconocer como diferente a las partes o a las categorías con-
sideradas. Se puede afirmar que la integración es un proceso de
convergencia de partes, que originalmente se encuentran no inte-
gradas, y, también, de puesta en evidencia de la diversidad que se
integra. Integrar requiere de una voluntad política, la disposición
a recorrer un mismo camino con otros. Pero al mismo tiempo que
se nos pone frente a tareas que se asumen como comunes, impone
el sino de aprender a realizarlas juntos. Integrar es un solo acto que
vincula la voluntad de unirme a otro con el “aprender” a convivir
con los otros.
La integración también considera una doble perspectiva a la
que no se presta mucha atención. Todo proceso de integración tie-
ne una dimensión que se relaciona a lo instituido, que se refiere a
los actos normativos y protocolos sociales que reglamentan y re-
gulan funciones, relaciones, patrimonio, y por otro lado se encuen-
tra la dimensión de lo instituyente, que da cuenta de la relación
entre actores. Las más de las veces prevalece lo instituido pues en
los procesos de integración se tiende a evocar experiencias ante-
riores similares que aportan insumos jurídicos y organizacionales
que se adaptan a la nueva organización. Resulta más difícil consi-
derar lo instituyente pues se refiere a prácticas sociales y a los
entornos culturales de los movimientos de quienes convergen en
la intención integrativa. Entonces, se tiende a privilegiar lo insti-
tuido (la organización y sus reglamentos) y se descuida lo
instituyente (procesos y dinámicas reales de las cuales depende la
permanencia del proceso integrador).
Integrar es un proceso que instala una doble tensión. En pri-
mer lugar, entre la voluntad y/o aspiración a estar juntos y, por
otra, la racionalización de la experiencia concreta que surge del
estar juntos. Enseguida, entre las normas que fijan y delimitan los
contornos que formalizan la unidad del sistema, y la relación diná-
mica que se establece entre los movimientos, actores e ideas.
Integrar es mucho más que concertarse o que actuar juntos. La
integración es una asociación para producir una historia común.
En consecuencia, la integración está más del lado del sujeto que
del objeto, más del lado del autor que del espectador. Aquello nos
aporta un principio: la integración no puede hacerse al margen de
los actores, y que para que haya integración éstos deben ser los
autores y protagonistas de dicho proceso.

Pasadores de frontera un nuevo oficio fraternizador

Otra integración es posible. Es una convicción que saca a
Suramérica de la perspectiva fatalista y entrega a cada uno de no-
sotros una parte de la responsabilidad en la participación y con-
ducción de este proceso. Podemos resumir algunas ideas que nos
ayuden a marcar la línea de trabajo común en el marco de este
pensamiento integracionista.
a) Se ha instalado una nueva perspectiva para el desarrollo de pro-
cesos de integración en la diversidad. Hay condiciones históricas
para iniciar un proceso de unidad continental cuyo fundamento
sea la integración en la diversidad y su legitimidad histórica fun-
de una línea de pensamiento alternativa al pensamiento
neoliberal. Como proyecto debe sustentarse en los movimientos
sociales y en el mundo popular. Es un proyecto que no va para
cualquier lado sino a abrir las alamedas a la democracia social
participativa y a un nuevo tipo de economía social solidaria.
b) Este cambio debe ser de carácter civilizatorio. Acá no se trata
de que la política dependa de los ritmos y oportunismos de los
gobiernos de turno. Se debe trabajar en fundir la matriz que
hará que como pueblos de un mismo continente podamos
emerger con otra alteridad en el mundo superada esta nueva
crisis civilizacional. De allí los nuevos protagonismos, en la
diversidad.
c) Se deben enfrentar las lógicas nacionales e integrar las lógicas
culturales. Debemos descansar en lo instituyente, valorizar el
aporte de los sujetos y construir cauces para recoger la expe-
riencia histórica de luchas y derrotas de los pobres de América
en el camino a nuestra liberación.
d) Debemos orientarnos a una integración productiva, cuyo pro-
ducto se oriente a mejorar las condiciones de vida, establecer
relaciones económicas y sociales en justicia social, eliminando
la explotación del hombre por hombre y generando redes de
protección total para todos los hombres en todas las edades y
para toda la vida.
e) Nuestra tarea actual, en el camino de integración que avance y
sea sólida en sur América no es defender la expansión de capita-
les de los grandes grupos económicos y financieros de la Re-
gión, sino al contrario, generar redes de solidaridad en la pers-
pectiva que aspiramos a sustentar gobiernos cuyo centro princi-
pal sea esta integración Sur americana de pueblos y naciones y
su objetivo promover un comercio justo al servicio del desarro-
llo productivo y sustentable de nuestros países.
f) Debe estar a la base del desarrollo de nuestro proyecto de inte-
gración genuina favorecer la ciudadanía del conocimiento, pa-
sar de una cultura del consumo de información a una cultura de
la producción del conocimiento. Implica ser sujeto en la pro-
ducción histórica de diversidad cultural, actor y ciudadano en
construcción de mundo y en la relación solidaria con el otro.
En síntesis, se trata de construir esta gran casa común para
todos, de la que venimos hablando desde hace mucho. Donde to-
dos lleguemos, con nuestras cosas, los sueños, con sus historias
presentes y pasadas, con sus tradiciones, puesta al servicio de fun-
dar una historia común en una ciudadanía común. En democracia
social, participación protagónica, justicia social. En esa casa co-
mún cabemos todos.
Entonces, amarrados los equipajes en la cabalgadura debemos
construir un nuevo oficio, el oficio de pasador de frontera. Las
fronteras han sido de siempre territorios dominados por los mie-
dos, donde traficantes y contrabandistas aprendieron a vivir en un
mundo aparte. La frontera ha sido creada para no atravesarla. Por
ejemplo, la frontera ha sido poblada de muros para que la indesea-
ble inmigración del Sur no pase. La frontera es ese espacio donde
se fundan los enemigos. Pues bien, nosotros debemos declarar al
mundo que nos constituimos en pasadores de fronteras, no solo las
fronteras nacionales, la frontera que nos impide dar la mano al
otro, para así reconocernos en una misma identidad de sujetos há-
biles para tejer la historia, una historia en común.
Creo firmemente que un pasador de frontera es quien se consi-
dera capaz de sustentar el proyecto de una sociedad abierta y jus-
ta, con nuevas instituciones y con nuevos instituyentes: el socialis-
mo. Se trata de una racionalidad socio-histórica que asume un ca-
rácter subversivo desde la creación y revolucionario en su capaci-
dad de puesta en proyecto. Capaz de instituirse en la alteridad del
nuevo sujeto histórico, sujeto capaz de significar una nueva ciuda-
danía en el marco de la producción colectiva de una nueva socie-
dad, donde las diferencias de clase se superen y se refunden en
relaciones sociales, económicas e históricas de nuevo tipo, el so-
cialismo. A lo mejor sucede en otro periodo histórico. Pero no su-
cederá por azar, sino por producción histórica. Será parte
sustantiva del proceso que no se detiene de humanización de lo
humano. Nueva sociedad y nuevos hombres, en nuevos y mejores
valores. Una sociedad que se reconoce a sí misma como una socie-
dad republicana, de derechos inalienables, democrática auténtica,
diversa, sustentable y humana.
¿Cuál es el rol de las fuerzas socialistas de izquierda latinoa-
mericanas en el proyecto de la integración? Todo proyecto de
transformación económico-social debe legitimarse en una racio-
nalidad alternativa al hegemonismo que intenta imponer el pensa-
miento único neoliberal. En consecuencia, la integración genuina
es un proyecto que se apoya en los movimientos sociales y en el
mundo popular. Es un proyecto que abre las alamedas a la demo-
cracia social participativa y a un nuevo tipo de economía política,
capaz de instalar y significar nuevos tipos de relaciones económi-
co-sociales solidarias. Relaciones que sustenten y aseguren el de-
sarrollo y la producción de bienestar de todos los trabajadores
manuales e intelectuales, de todas sus familias, de sus iniciativas
económico-productivas, de sus oficios y vocaciones, de sus condi-
ciones personales y talentos, en todas las edades desde la niñez a la
vejez, y en todas las necesidades sociales.
Si ese el rol, nos corresponde producir en conjunto propuestas
y programas a partir de las necesidades, intereses y sueños de
nuestros pueblos. Nos corresponde contribuir a dirigir y orientar
la construcción de la patria continental a partir de producir las
transformaciones históricas en nuestras propias sociedades de
acuerdo a nuestras propias idiosincrasias. Sabemos que hay gritos
en la sociedad que nadie escucha. Debemos partir del sentido que
el propio pueblo da a sus necesidades y a sus sueños, partir de la
superación de la desigualdad que reproduce la triste e interminable
realidad de los excluidos y necesitados, y de la rebeldía que produ-
ce la calcificación de los privilegios e inequidades de todo orden.
De esa manera y no de otra construiremos la necesaria adhesión de
una mayoría popular. En eso los pueblos venezolanos, boliviano y
otros nos dan lecciones de cómo se gobierna y se transforma desde
mayorías populares. Fue siempre la bandera que enarboló Salva-
dor Allende y la América Latina de hoy, tres décadas después de su
muerte le rinde tributo. Exactamente, ese es el camino de las trans-
formaciones sociales, desde las mayorías populares fundadas en
los valores de la democracia plena participativa, directa,
protagónica, la solidaridad, la diversidad y el pluralismo.

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(1.) Josué de Castro, O Livro Negro da Fome,. Editora Brasiliense, São Paulo, 1957, 1ª
edición.

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(2.) Hugo Chávez Frías, Intervención en la primera mesa de trabajo de Presidentes y Jefes de Gobierno de la Comunidad Suramericana de Naciones. Brasilia, 30 de septiembre de 2005.